⛓️ VÍNCULOS ⛓️
Un newsletter sobre cómo escribir la vida y vivir la escritura
Lo que quiero decir es que no sé quién sería si no hubiese tenido mi vida. Quiero decir que soy lo que soy por la vida que tuve, y no al revés. Hay gente que cree que tiene la vida que buscó, que merece, o que no merece, o que no buscó. Hay gente que cree que la identidad y los sucesos son como el huevo y la gallina, en el sentido de que no se sabe qué vino primero, pero yo no estoy de acuerdo. Yo estaba de acuerdo pero ya no. Porque cuando intento llegar al fondo de lo que soy, descubro que no existe algo realmente propio. No existe una Juana que sea solo Juana. Existe una vida que me convirtió en quién soy. Y en esa vida, existieron miles de otras personas con otras vidas que le dieron forma al mundo concreto en el que vivimos. Lo que quiero decir es que sería imposible intentar definirse a uno porque nadie es realmente uno. Incluso lo más íntimo y particular es el eco de una mano ajena en nuestro hombro. Y podríamos ponernos a discutir si somos lo que nos hicieron o lo que nosotros hicimos con eso pero creo un mejor uso de nuestro tiempo sería reconocer que no es realmente importante saber quién es uno sino saber qué forma tiene la existencia sana en comunidad. Lo que quiero decir es que quizás el motivo por el cual a veces es tan difícil vivir se debe a que nos convertimos en el centro de todos los universos, no solo el propio. Lo que quiero decir, y espero que nadie se ofenda, es que no importa realmente quienes son ustedes. No es una pregunta que se pueda responder en realidad. Pero sí pueden responder otras.
¿Cómo se vive adentro del amor?
¿Dónde quedó el 2012?
¿Cuántas patas tiene un perro?
¿Por qué ser una si podemos ser dos?
Voy a intentar responderlas a lo largo de este newsletter que, soy consciente, está saliendo una semana antes de lo usual. Descubrí el mes pasado que todos mis newsletters favoritos salen la misma semana, y no me parece justo bombardear información a los lectores, así que de ahora en más pueden esperarme en sus casillas la tercera semana del mes. También le cambié el nombre a la publicación, la letra, y algunas otras cosas. Soy una persona muy cambiante, verán.
Todas las personas tenemos una escala de valores y una escala de prioridades. Por eso algunas personas no comen carne pero se olvidan de reciclar y otras gastan plata en un viaje y no en una casa. Lo que quiero decir es que ninguna decisión es realmente mejor que la otra. Pero no me importa profundizar en esto, porque no soy activista ni influencer de viajes.
Todas las personas cargan consigo una lista de situaciones a las que es válido dedicarle tiempo. Se escribe en orden descendente y se habla mucho al respecto con gente de confianza. Se analiza cada vez que algo te hace sentirte desequilibrado. Lo que quiero decir es que me llama la atención que frente a cada momento de falta de paz se aconseje “volver a uno” porque no siempre uno se fue de uno realmente. Y cada una de esas listas es diferente pero realmente es igual. Arriba de todo siempre encontramos a otras personas, personas que nos hacen sentir mejor. Después incluimos actividades que nos conectan con nuestro niño interior, que por lo general incluyen el arte o el movimiento. Por último agregamos placeres culposos que en su mayoría se despegan de discursos de los medios de lo que deberíamos o no hacer y en qué deberíamos o no invertir nuestro dinero. Lo que quiero decir es que en realidad no hay una diferencia entre una escala de prioridades que dice
1- Ver a mi familia.
2- Salir a correr.
3- Mirar Gran Hermano.
y otra que dice
1- Salir a bailar con los pibes.
2- Maquillarme.
3- Comprarme un libro que igual no voy a leer.
porque ambas escalas dicen en realidad lo mismo: lo primero es el otro, lo segundo la inspiración, lo tercero algo que me genera tensión.
Cada escala tiene adentro suyo otra escala, y otra, y otra. Yo me cansé de definir cuáles de mis placeres son o no culposos, y pasé a incorporar al arte y el movimiento como formas de vida tan naturales que tampoco tengo que hacer un esfuerzo para decidir cuánto tiempo les dedico, pero me cuesta entender a quién le doy mi tiempo. Lo que quiero decir es que quizás parece fácil decir que tenemos que priorizarnos a nosotros, o a nuestros amigos, o a nuestras familias, pero en realidad nada es muy fácil cuando nos estamos vinculando.
Creo que todo depende mucho del momento vital que estamos pasando. No es lo mismo tener quince años que tener treinta. No importa que se sientan o no jóvenes por dentro, si tienen treinta tienen treinta. Lo que quiero decir es que a los treinta años no podés caer en el lugar de obligarte a salir a la noche porque tenés que pasar más tiempo con tus amigos. Podés hacerlo si así lo querés, pero también podés quedarte leyendo un libro, porque a los treinta años no necesitás ver a tus amigos para que tus amigos te sigan queriendo. A los treinta se entiende que no vas a irte de vacaciones con tu mamá o tu papá. No digo que no lo hagas, digo que nadie lo asume. A los treinta nadie asume que vas a salir con tus amigos a la noche y tampoco se asume que te vas a ir de vacaciones con tus papás pero seguimos asumiendo muchas cosas, por ejemplo que vincularse románticamente es una pérdida de tiempo hasta que se demuestre lo contrario. O sea, hasta que se pasa de la cita a la relación, hasta que esa persona que estás conociendo elige quedarse en tu vida.
Hace un tiempo no muy largo estaba de vacaciones con una amiga mía y me encontré sin esperarlo envuelta en una de esas historias de amor que son más historia que amor, esas que le querés contar a tus amigas pero no morís por volver a vivir. Y en esas vacaciones me encontré evitando encuentros románticos que no quería evitar porque me parecía una pérdida de tiempo exponerme a una historia que no sería nunca una historia de amor cuando podía pasar mis días con mi amiga, a la que amo desde siempre. Hace un tiempo aún más largo me encontré empezando esta vida que a la que a veces le digo “mi negocio” y otras veces “los talleres” pero la mayoría del tiempo es solo mi vida. Y en el medio de ese comienzo me encontré también teniendo que navegar la incomodidad de saberme interesada por una persona que nunca sería ni será el amor de mi vida pero parecía ser la única fuente de amor en mi vida en ese momento. Hace un tiempo corto me encontré a punto de viajar de vuelta a mi ciudad después de dos años, contenta por las circunstancias pero enojada porque había conocido a una de esas personas que se nota que llegaron a tu vida para algo pero no terminás de entender para qué. Lo que quiero decir es que no conozco el amor oportuno, no tengo registro de que algo llegue en el momento correcto, porque por lo menos para mí siempre hay algo que es más merecedor de mi tiempo, algo que vale más la pena perseguir, y no es porque no me interese el amor, sino porque me interesa demasiado. Cuando alguien me interesa, me interesa más que todo. Es un interés ardiente y temporal, una alarma de incendios. No puedo prestarle atención a otra cosa cuando está ahí.
Mi psicóloga dice que nuestros vínculos amorosos son los que más análisis merecen de nuestra parte, porque actúan como espejos. Nuestros padres pueden funcionar como sonido inicial del cual se desprende nuestro eco, nuestros amigos como molde de contención para que nos expandamos sin perdernos, pero los amores son espejos. Lo que quiero decir es que solo sabemos quienes somos si sabemos a quién tenemos enfrente. Mi psicóloga me dijo esto hace rato y me ayudó un poco pero tampoco tanto. Me hizo animarme a salir de mi capullo en el cual solo le dedicaba tiempo a amigos y familia pero me condenó a hacerlo por el aprendizaje. Lo que quiero decir es que sí, logré entender que vincularte románticamente no es una pérdida de tiempo, pero me amarré a intentar sacarle provecho a ese tiempo de vínculos románticos. María dice que su compañero de trabajo dice que no se puede sacar de donde no hay, o algo así, y creo que lo terminé de entender en este tiempo en el cual intento sacarle una lección a las historias solo para sentir que merecen mi tiempo y a veces no lo logro y eso me frustra y hace que todo sea peor. Lo que quiero decir es que no creo que sea sano intentar buscarle la justificación y la moraleja a todo.
No sé cómo se vive adentro del amor porque suelo vivirlo desde los costados. Me animo a tocarlo pero nunca del todo. Sigo creyendo que existe una forma de asegurarme que la apuesta es segura y por eso nunca llego realmente a jugar ninguna partida. No quiero decir que sea una persona que a ojos ajenos no lo intente. Sé que todos mis grandes amores podrían decir que fui la persona que más lejos fue, incluso cuando nada indicaba que fuese una buena idea. Lo que quiero decir es que a veces lo que se ve de afuera no refleja lo que pasa adentro. Siempre que di un paso adelante lo hice con culpa, creyendo que estaba equivocándome, creyendo que en el amor uno se puede equivocar, creyendo que la culpa sirve para algo. Y lo que me tuvieron que decir, porque no supe verlo en su momento, es que a veces lo que pasa adentro no se ve de afuera pero sí se siente. Hay una diferencia entre elegir y aprovechar. Y yo no sé realmente si alguna vez elegí conocer a alguien. Sé que aproveché las oportunidades creyendo que esto era algo bueno, pero me faltaba la otra parte de la definición: aprovechar implica sacar lo mejor de algo y sacar lo mejor de algo implica que no podemos quedarnos con el todo. Lo que quiero decir es que, incluso si no lo dije y nadie lo vio, algo se sintió, y seguramente las personas de las que me enamoré entendieron que las vi como eso que no soñé nunca pero seguramente iba a ser suficiente, por un rato. Lo que quiero decir es que no podemos enojarnos si una persona no elige ser nuestra lección, nuestro pasatiempo o nuestra forma de aferrarnos a la vida cuando no nos queda mucho más.
Nunca supe vivir adentro del amor porque creía que el amor era una casa que se compra y habitás para siempre. Hoy entiendo que es al revés. No se vive en el amor, se busca la forma de que el amor viva en vos, donde sea que estés, sin importar cuánto sea que dure. Desde que perdí la noción del tiempo y dejé de pensar en mi futuro como algo que tengo que escribir y pasé a verlo como una sorpresa que me toca desenvolver, dejé de imaginar guiones y dejé de buscar personas dispuestas a actuarlos. Lo que quiero decir es que ahora acepto que no es necesario saber dónde poner el amor porque entiendo que tengo suficiente espacio para llevarlo conmigo. Y puedo estar aprendiendo a vivir todo el tiempo a través de otros, sobre todo a través de los otros que me conmueven con su cariño, y también puedo elegir tomarme vacaciones del estudio de mi humanidad y dedicarme solamente a experimentar. Lo que quiero decir es que no se vive en el amor, se vive y el amor busca la forma de enredarse en nosotros. Y no existe una forma de aprovechar el tiempo, porque el tiempo es infinito, incluso para los que sabemos que vamos a morir algún día. Y mientras haya tiempo, puedo contar con la certeza de que voy a saber con quién pasarlo. Sin prisa, sin buscar que algo sea todo, sin culpa.
Hay un error en la forma en la que se imagina la vida creativa. Todos tenemos este preconcepto de que “pegarla” en la escritura es poder trabajar solo de escribir, pasando varias horas al día en nuestra computadora, rodeados de nadie y nada, sin ninguna distracción que nos saque de nuestro eje. Estamos cayendo en un esquema piramidal y lo estamos haciendo con gusto. Lo que quiero decir es que tenemos una idea completamente errónea del futuro al que deberíamos aspirar y la forma en la que deberíamos habitar el presente.
Estoy cansada del Instagram del 2022. Estoy cansada de los discursos sobre como cambiar tu vida. Estoy cansada de todo lo que está bien. Estoy cansada de las dietas a base de jugos, de despertarme temprano porque así se aprovecha el día, de las cuentas personales donde no se termina de entender qué persona las maneja, del color beige. Estoy cansada de esta filosofía de vida que pretende que tengamos una existencia limpia e impoluta porque así nuestra creatividad va a fluir mejor. La creatividad no puede organizarse. No es un feed de Instagram que queda estético, es un cuarto desorganizado lleno de cosas que guardamos porque quizás algún día sirvan para algo. La creatividad existe para que conectemos, existe solo si conectamos. Por eso estoy cansada de esa vida “sana” que implica tener cada vez menos contacto con el otro. Lo que quiero decir es que un artista no crea gracias al orden, sino a pesar del desorden inherente.
Lo que quiero decir es que algunas historias te cambian como escritor, para siempre. Este mes vi Girls, despues de haberlo postergado por años. Después releí Not That Kind Of Girl, la memoir de Lena Dunham. Entendí, entonces, por qué ella pudo crear esa serie. Entendí por qué yo sentí desde el primer capítulo que era un obra maestra. Lena es la voz de una generación porque vivió en esa generación. Se revolcó en lo bueno y en lo malo, tocó cada rincón de su mundo. Entendió las dinámicas de los que vivimos nuestros 20s en la década del 2010 porque ella vivió esas mismas dinámicas. Ella se vinculó con personas, y por eso pudo escribir acerca de los vínculos. Ella no esperó a estar viviendo en un loft con disponibilidad horaria para escribir. Trabajó en un negocio de ropa para chicos, hizo películas muy malas con sus amigas, escribió cosas que no eran del todo buenas, tuvo relaciones complicadas, cometió mil errores y cambió para siempre la forma de mostrar mujeres en televisión. Lo que quiero decir es que no existe realmente una vida organizada sin contratiempos, una existencia en la que todo tiene sentido y toda cuenta te deja un saldo positivo, pero si existiera, no sería la vida de los artistas. Lo que quiero decir es que me da miedo que no tengamos una voz de esta generación porque todos están ocupados en pensar cómo son percibidos y nadie está realmente percibiendo.
Creo que hay un exceso de contenido en redes y un exceso de creadores. Lo digo con la mejor de las intenciones, no porque crea que esos creadores de contenido deberían estar trabajando como abogados, sino porque pienso que quizás las cosas serían mejores si algunos de ellos se animaran a ser artistas. Si en lugar de generar cosas para el consumo se dedicaran a crear para ellos mismos. Pienso en lo diferente que sería el paisaje virtual si en lugar de vivir para contar historias nos dedicáramos a contar historias que ya vivimos, si en lugar de venderle a desconocidos formas de organizar su tiempo eligiéramos perder nuestro tiempo con personas que conocemos. Lo que quiero decir es que las redes me parecen geniales pero no siempre tienen la razón y no siempre dicen la verdad. Y quizás no es necesario que aspiremos a una vida como la que vemos que tienen las personas que seguimos. Quizás la meta final no es poder mantenernos económicamente con el arte, sino buscar una forma en la cual poder vivir manteniendo el arte en nuestra vida. Quizás tendríamos que aprender a decodificar las rutinas que nuestra inspiración sigue de forma natural, en lugar de hacer que nuestra inspiración entre en nuestra rutina. Lo que quiero decir es que quizás tendría que haberme dado cuenta antes que mi modelo a seguir debería ser mi alumna Sofía, que escribe mejor que cualquier persona que conozco y se despierta siempre al mediodía.
No entiendo quién nos vendió que el artista necesita tranquilidad para trabajar y tampoco sé por qué creemos que esa tranquilidad es estática. La tranquilidad de los artistas no es un lago. Es un mar muy picado, con olas que no podés barrenar. La tranquilidad del artista está adentro de ese mar, girando entre las olas, sabiendo que todavía no podés tomar aire pero confiando que en algún momento vas a poder hacerlo. Lo que quiero decir es que como maestra he tenido muchos meses de vacaciones en los que podría haberme dedicado solo a escribir pero en esos meses no logré escribir nada. Y en el año más caótico de mi vida, escribí cien mil palabras en seis meses. Porque eso es lo que necesita el artista: movimiento, gente, caos. Necesita que su arte sea el único punto calmo del universo.
Lo que quiero decir es que las mejores historias salen de experiencias y las experiencias necesitan que tengas necesidades, que tengas hambre, que salgas a aprender cosas a través de tus errores. Lo que quiero decir es que la aspiración de un escritor no debería ser una vida tranquila sin nadie que lo moleste cuando quiere escribir. Lo que quiero decir es que quizás estamos luchando mucho, todo el tiempo, alejando a los otros en un afán de encontrar inspiración cuando quizás nos iría mejor si fuéramos por la vida con carteles que dicen “su presencia no es molestia”. Porque, repito, somos escritores. Tenemos que observar el mundo tal cual es, todo el tiempo. Tenemos que sentarnos en un café en la esquina más ruidosa de la ciudad, tenemos que entender cómo interactúa nuestra generación por redes siguiendo cuentas reales de humanos reales y no solo aquellas que suben frases inspiracionales, tenemos que tener conversaciones con cualquiera, no solo con aquellos que “aportan valor”. El trabajo de un escritor es documentar la experiencia humana, tal cual es. Todo vínculo, entonces, aporta valor. La vida de un escritor nunca será tranquila: la ambición y las ideas siempre encuentran una manera de obligarnos a romper todo. Lo que quiero decir, sobre todo, es que a Instagram le quedan pocos años de vida útil, y cuando se vaya no vamos a tener dónde mostrar que somos productivos, organizados, limpios, responsables. Y quizás esa sea una liberación. Quizás ahí podamos volver a vivir nuestras vidas como si nadie nos estuviera mirando, y quizás así podamos volver a observar con detenimiento a los demás. Quizás cuando existan menos formas de mostrar nuestros éxitos nosotros pasemos más tiempo persiguiendo placeres, viviendo las historias desde adentro, siendo esos personajes que no hacen todo bien pero poco a poco evolucionan.
Lo que quiero decir es que nos extraño. Extraño esa época en la que teníamos 20 años y solo nos mirábamos entre nosotros. Extraño creer que equivocarme no era tan grave. Extraño cuando equivocarme me divertía! Extraño entrar a Facebook y que esté lleno de álbumes de 180 fotos pixeladas que no le importaban a nadie. Extraño ese exceso de evidencia que dejábamos, esa manera desvergonzada de estampar nuestra experiencia en el universo. Extraño compartir todo de mí con gente que conocía, en lugar de compartir extractos de mí con seguidores. Extraño cuando tenía poca claridad y eso no me daba culpa sino curiosidad. Extraño esa forma de ver el tiempo, tan abundante y libre. Extraño el caos del 2012. Las noches sin dormir, la comida quemada, el llanto en los taxis, los zapatos de gamuza horribles. También extraño las tardes mirando Cinecanal, juntarme con gente que no me terminaba de caer bien pero tampoco me caía mal, celebrar un 6 en la facultad. Extraño cuando la satisfacción alcanzaba, cuando nadie le decía mediocridad a lo cotidiano. Y extraño cuando aceptábamos la vida que teníamos, cuando la ley del menor esfuerzo no nos avergonzaba. O quizás esa no fue la vida que tuvimos. Quizás ese no fue el 2012. Pero de verdad pienso que en 2012 estábamos más cerca, y nos extraño.
Lo que quiero decir es que hay tiempo de estar tranquilos, pero no es ahora. Lo que quiero decir es que nunca seremos perfectos. Lo que quiero decir es que vinimos a este mundo a llegar tarde, para llegar juntos.
Si tiene cuatro patas y ladra, es un perro, dice María siempre que puede. Lo que quiere decirme es que la respuesta más obvia es por lo general la correcta. No significa que uno sepa después qué hacer con esa respuesta. No alcanza con saber que un animal de cuatro patas que ladra es un perro cuando no sabés qué hacer con ese perro. Lo que quiero decir es que quizás a veces buscamos respuestas obvias para encontrar la correcta porque necesitamos sentir que existe una respuesta correcta. Necesitamos sentir que hay una forma de hacer bien las cosas para después hacer las cosas así para saber que estamos haciendo las cosas bien para saber que no es nuestra culpa que las cosas no nos estén saliendo bien para saber no sé qué más, porque no sé para qué necesitamos saber tantas cosas.
Un perro tiene cuatro patas y ladra pero si tiene tres sigue siendo un perro. Lo que quiero decir es que la respuesta correcta siempre es relativa, incluso cuando es obvia. Y quizás deberíamos dejar de intentar entender por qué alguien no te busca, por qué alguien te sigue llamando, por qué pasaron tantos meses y yo te sigo buscando. Lo que quiero decir es que incluso la respuesta simple no es simple porque cada respuesta trae consigo una consigna. No sé qué comen los perros y no sé qué hacer con las respuestas correctas y relativas. No sé cómo relacionarme con las personas sin arriesgarme a salir lastimada y quizás eso es porque relacionarte de verdad siempre te hace arriesgarte a salir lastimada. Lo que más quiero decir, por encima de cualquier otra cosa, es que tardé mil años de mi vida buscando la respuesta correcta creyendo que existía solo para descubrir que existiendo o no vivir sigue siendo igual de difícil porque vivir es vincularte, vivir es hacer con tus tiempos lo que podés y no lo que querés porque tus tiempos incluyen también los tiempos del otro.
Si tiene cuatro patas y puede ladrar pero no ladra sigue siendo un perro. Un vínculo sigue existiendo ahí aunque ninguna de las personas lo toque, aunque ninguna de las personas llame a la otra. Un vínculo es un mundo que se crea en el momento en el que dos historias se cruzan. Lo que quiero decir es que el universo es mucho más grande de lo que creemos y puede albergar todos los mundos que existen. Lo que quiero decir es que esos mundos no van a dejar de existir nunca. Y quiero decir que un perro que no ladra sigue siendo un perro y yo voy a seguir amando a mucha gente aunque no lo diga. Quiero decir que quiero decir un montón de cosas que no puedo decir ahora porque crecer también es entender que siempre hay tiempo y eso te da paciencia y también te da resignación, la resignación de saber que no siempre podemos resolver todo enseguida. Pero sobre todo, lo que quiero decir es que para que un mundo se cree entre dos personas tiene que haber un big bang que no es necesariamente amor ni atracción ni luz ni revelaciones. Para mí ese big bang es el momento en el que entendés que la persona que tenés enfrente no existió ni existirá nunca por fuera de esa persona. Es el momento en el que el señor del subte se vuelve un hombre con nombre y apellido que tiene tres hijos, es el momento en el que dejaste de ser una foto para convertirte en una persona con canciones favoritas. Cuando pasás a ser persona frente a alguien se crea ese mundo que antes no existía y ahora no dejará de existir nunca. Lo que también quiero decir es que no siempre el mundo se crea para ambas personas. A veces una de las dos partes insiste en seguir manteniendo al otro en un plano chato sin profundidad ni textura. Si alguien insiste en verme solo en mis dimensiones dobles, solo en polaridades opuestas, entonces nunca se creará el mundo. Es por eso que no le tengo miedo a las peleas o a las decepciones o a descubrir que estuve hablando con alguien teniendo espinaca en el diente. Solo así me convertiré en alguien para el otro, solo así se creará el mundo. Lo que quiero decir es que vos creíste que yo era alguien en particular y yo creía que vos eras alguien en particular y cuando nos conocimos de verdad los dos descubrimos que habíamos estado equivocados y ahí se creó ese mundo que no va a dejar de existir nunca pero ojalá algún día yo pueda dejar de habitar porque hay pocas cosas más tristes que ser la última persona viva en un mundo donde todo lo demás se fue. Lo que quiero decir es que incluso sin vernos yo te veo todo el tiempo y necesito dejar de hacerlo. O quizás no quiero decir esto, pero me toca hacerlo igual.
Si tuvo cuatro patas y ladraba era un perro y en el recuerdo lo seguirá siendo siempre. Y mi familia sigue siendo una familia de cinco aunque yo no viva en mi casa. Y mi grupo de amigas del club sigue siendo mi grupo de amigas del club, aunque no nos encontremos hace años. Y mis primeros alumnos seguirán siendo mis niños, aunque ellos ya no sean niños y yo ya no sea su maestra. Lo que quiero decir es que no es necesario que las cosas sigan siendo iguales para mantener vivo un recuerdo en el presente. Lo que quiero decir es que no es necesario que estemos cerca de la gente para que piense en nosotros. Lo que quiero decir es que nadie puede venir a mi casa y sentarse en mi mesa y robarme a mi familia y nadie puede armar un grupo con mis amigas del club y reemplazar todos los recuerdos que solo nos pertenecen a nosotras y nadie puede enseñarles el verb to be por primera vez a mis alumnos y nadie va a lograr que nosotros nos olvidemos de nosotros. Y no hablo del verbo olvidar como concepto dejar-de-estar-enamorados porque de eso ya hablé en otros momentos. Hablo de olvidar como en Eternal Sunshine, hablo de que mi nombre no te haga pensar en mi cara. Vamos a dejar de estar enamorados pero nunca vamos a olvidarnos y dejar de saber que el otro existe. Vamos a dejar ese mundo pero ese mundo nunca va a dejar de estar ahí. Lo que quiero decir es que el olvido nunca me va a dejar de dar miedo, pero ahora entiendo que él me tendría que tener miedo a mí. Él tendría que saber que yo no me olvido de nada, y de mí nadie se olvida tampoco. Y si tiene cuatro patas y ladra pero no puede ser un perro porque en realidad es mejor para todos que se considere un gato o un jabalí o una mosca, entonces no será un perro, pero seguirá teniendo cuatro patas y ladrando. Lo que quiero decir es que no me importa qué decidas hacer con el mundo que se creó con una explosión cuando nos conocimos, porque me alcanza con saber que siempre será un mundo, y nunca nos vamos a olvidar de que existió y existe.
So tell me where to put my love Do I wait for time to do what it does? I don't know where to put my love
Para que consideren su forma de ver los vínculos:
Algo para leer: A Visit from the Goon Squad, de Jennifer Egan. Es uno de los mejores libros que leí, porque analiza a sus personajes no solo en su unidad sino también en sus vínculos. Además, acaba de salir la sequela.
Algo para ver: Girls, que encuentran en HBO.
Algo para escuchar: Dancing On My Own, de Robyn. Si fueron mujeres que vivieron sus 20s en la década anterior, seguramente bailaron esta canción, llorando con alguna amiga. Si no bailaron esta, busquen la suya. Murder On The Dancefloor es un buen sustituto.
Algo para que sean parte de nuestra comunidad: en junio vamos a darle de lleno a los vínculos. En Patreon vamos a leer Las vírgenes suicidas, vamos a tener consignas semanales inspiradas en la temática de este newsletter y vamos a regalarles una guía para que recuperen su vínculo con la creatividad. Si quieren sumarse, pueden hacerlo a partir del 01/06 por acá.
Algo para que lleven la escritura al próximo nivel: la temática de este newsletter también se tocará en nuestros talleres de Terapia Creativa para Escritores. Cuatro clases de una hora (a veces más, a veces menos), la oportunidad de trabajar de forma individual y en parejas, debates abiertos sobre la temática mensual y la oportunidad de participar de nuestro mundialito regional para poner lo aprendido en práctica. Si es tu primera vez participando del taller, tenés un 30% de descuento. Encontrás más info acá y te sumás al espacio contestando este mail.
Mientras escribo esto y cierro este newsletter pienso que no sé si pude terminar de escribir todo lo que pienso sobre los vínculos, pero igual me gusta lo que salió porque me ayudó a vincularme mejor con ustedes. Este es un espacio, ante todo, de exploración y cambio. Si sienten que algo de lo que leyeron despertó aunque sea una chispita de ganas de charlar, sepan que mi casilla de correo siempre está abierta.
No estoy acá para pedirles que me lean, estoy acá para sentir que existo, y solo existo si conecto.
Nos encontramos en un mes,
Juani
Closing arguments
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