Esta no es una columna semanal, tampoco un diario de lunes, tampoco el newsletter del mes. ¿Es una carta? Quizás sí, quizás sí lo es.
Te quiero compartir algo en lo que estuve pensando brevemente hoy. Hay muchas cosas en las que pienso brevemente porque vivir una vida entera en internet me hace tener pensamientos divididos, fragmentados. Y a veces logro convertirlos en cosas más grandes, pero a veces no. A veces se quedan así, chiquitos, se van volando. No quiero que este pensamiento se me vaya volando.
¿Cuán seguido te encontrás pidiendo disculpas por no tener tiempo suficiente? Me gustaría empezar a llevar un registro de mi semana. Sin darle mucha vuelta, puedo pensar en que le pido disculpas a mis amigos y familiares cuando no respondo sus mensajes con la misma frecuencia que ellos, le pido disculpas a mis alumnos cuando no contesto sus correos enseguida o tres días después, le pido disculpas a los lectores que me escriben por dejar que sus palabras se acumulen en mi casilla, todos leídos pero ninguno contestado. Parece que siempre me estoy disculpando por no tener el tiempo que se necesita para escuchar al otro y responderle algo. Frente a mis disculpas siempre hay un notepreocupes que me deja un poco más tranquila. La mayoría de la gente en mi vida me vio mutar, convertirme en una persona que se pierde cosas. Antes no era así. Antes estaba en todos lados. No estaba mucho en mí, claro, pero no sabía lo que era estar en mí.
¿Cuán seguido te sentís culpable por no tener tiempo para vos? Actualmente llevo a todos lados una lista mental de cosas que debería estar haciendo, hermanada a una lista de cosas que quiero hacer, junto a otra lista de cosas que sé que no voy a hacer pero se siente bien tener por escrito para recordar que algún día existió ese deseo. No tengo tiempo para salir a correr, para cocinar un risotto con paciencia, para ver a mis amigos, para ver a mi novio, para estar sola, para llamar a mis padres, para hablar con mis hermanos, para estudiar alemán, para leer libros, para leer newsletters, para escribir todo lo que quiero escribir, para limpiar la casa y regar las plantas y lavar la ropa y dormir bien y comer bien y pensar bien. Tampoco tengo tanto tiempo para terapia, verás. Y no siempre fui así. Hace un tiempo tenía todo el tiempo del mundo para mí misma, pero no tenía tiempo para otros, y lo extrañaba.
Mi primer invierno en pandemia existí como un ser iluminado supremo. Fui mi más óptima versión. Tenía tiempo para la reflexión constante, el yoga, la productividad en mi trabajo. Después la vida volvió a ser vida y lo perdí. Me enamoré, me desenamoré, abracé amigos, viajé, me equivoqué, comí, dejé de comer gluten, lloré, corrí, nadé, dormí, no dormí. A veces extraño ese momento en el que sentía que el tiempo me daba para todo, pero sé que en realidad no estaba viviendo en el mundo. No quiero extrañar eso para dejar de sentir culpa por no poder ser un ser humano que ni siquiera sé si es posible ser.
Y sé que existen incontables ensayos que hablan sobre la organización personal (los odio, no se puede organizar una identidad) y más ensayos sobre la responsabilidad afectiva y la no-inmediatez de la respuesta (que sirvieron de algo pero no de mucho), y más ensayos aún sobre la priorización de las cosas que nos hacen bien (que es muy difícil de lograr porque no existe una cosa que te haga bien y una cosa en exceso te hace mal incluso si es la mejor cosa para vos), pero me dieron ganas de escribir esta carta mientras mis alumnas trabajan, sin editarla porque no tengo tiempo, para preguntarte si alguna vez sentiste que el tiempo te alcanzó, porque a mí no. No recuerdo un momento de mi vida en el cual el tiempo haya sido suficiente para que mi culpa no aparezca o mi salud mental no se deteriore o mi economía no sufra o mis vínculos no me resientan.
No puedo llegar al fondo de todo esto porque no tengo tiempo (ya te lo dije, y te lo repito) pero siento que vos me podés ayudar. O quizás esto me pasa a mí sola (lo dudo) o a algunos pocos (es posible), pero pienso que quizás a vos también te está pasando y hay algo que querés decirme, algo que te serviría lanzar hacia afuera. Cualquier cosa es válida. Un consejo, una queja, un pensamiento. ¿Tenés tiempo? Quizás no lo tengas. Está bien, te entiendo.
Lo que quiero decir es que a veces pienso mucho en mi facultad. Era una carrera de cuatro años que nadie podía hacer en cuatro años desde hacía años. Cuando yo me gradué, no había mucho registro de que la carrera fuera posible de terminar en esos plazos. Todas las personas que conocía sabían que se hacía en cuatro años que eran técnicamente cinco o seis. Creo que las cosas cambiaron cuando me fui, pero por años nos preguntamos con mis amigas por qué no cambiaban el plan de estudio, por qué insistían en hacernos vivir de una manera que nadie podía sostener. Y pienso en mi facultad cuando es verano y tengo planes con amigos que hibernaron por meses pero también tengo que sostener un negocio pero también tengo que escribir para trabajar en mi arte pero también tengo que escribir en mi diario para sentirme mejor pero también tengo que llamar a mi mamá porque me extraña y también tengo que ver una serie de comedia porque mi cerebro lo necesita pero también tengo que limpiar porque no puedo vivir en la mugre y también tengo que exponerme a salir con hombres que no sé si quiero porque la identidad se construye en el contacto con el otro (y este verano no voy a tener que hacer esto pero voy a tener que ver a mi novio porque las relaciones se construyen invirtiendo tiempo) y también voy a tener que cortarme las uñas y cocinar algo sano y salir a correr y llorar tirada en el piso y dormir la siesta cuando estoy menstruando y pelearme con gente que amo y reconciliarme o no con gente que amo y todo eso demanda tiempo y yo-no-tengo-tiempo.
Miro para atrás en mi vida y realmente no existió un momento en el que haya tenido el tiempo de hacerlo todo. Cuando mi vida laboral era organizada y marchaba sobre ruedas estaba relegando mi crecimiento emocional, cuando mi habitación estaba limpia mis uñas estaban hechas un asco.
¿Alguna vez tuviste tiempo de hacerlo todo? ¿No sería hora de que incorporáramos las contingencias a la rutina? ¿No será momento de que cambiemos los plazos?
Quiero cambiar el plan de estudio, decidir que las cosas que tardan cinco años en hacerse no pueden intentar hacerse en cuatro. No puedo ver a mis amigos todas las semanas, no puedo escribir al ritmo que me gustaría, no puedo contestar los mails cuando llegan, no puedo tener conversaciones inmediatas, no puedo escribirte todas las semanas para saber como estás, no puedo llamar a mi mamá todos los domingos, no puedo ver a mi novio todas las noches, no puedo despertarme todos los días a la misma hora.
No funciono así. Y te escribo, porque tengo la sensación de que quizás, vos tampoco lo hagas.
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"No se puede organizar una identidad" y organizar es un concepto abstracto y mutable, que se adapta a tu vida, que es solo tuya y nadie más que vos sabe y entiende a qué quisiera aplicarlo.
Me permití aceptar y abrazar mi propia forma de organizar mis semanas, mis tareas, preguntarme si sostengo cosas por compromiso/obligación externa y si quiero seguir haciéndolo o prefiero buscarle otra forma. Empecé a agradecer la escucha atenta y activa a mis conversaciones asincrónicas, a las devoluciones desde el cariño, el amor, la presencia. Agradecer que, aun en lo que ante las miradas (pun intended) parece un caos, haya una recepción calma y asertiva. Y hago esto que vos también haces, tirar todo lo que hay en la coctelera mental a la hoja, intentar crear sentido aunque no lo encontremos de inmediato. Permitirme dejar de jugar al robot que sé que no puedo y no me gusta ser. Hablar en voz alta mientras camino y recordarme: Dale, boluda, ¿para qué te apuras si ni sabes a dónde vas? Pienso en Luca que no sabía que quería, pero lo quería ya y en Vedder que me canta Just Breath. El tiempo no lo tenemos porque existe en un plano que vive para siempre. El tiempo va a estar acá aunque vos nosotras no estemos, entonces no nos puede faltar, no lo podemos usar. El tiempo es, fue y será. Chocar contra la finitud, la inmediatez de la vida actual y mandar a nuestra mente un ratito a la mierda para que nos deje en paz. ¿De qué estábamos hablando? No importa, deseo que encuentres lo que sea que se te haya extraviado en el escritorio mental y que puedas sacar belleza en este caos, como decía Gustavo. Te mando un abrazo fuerte.
Esto es demasiado cierto y demasiado justo. No sé si no hay tiempo o si estamos todos viviendo mal o si alguna vez podremos sentir que estamos teniendo una especie de balance. La única manera que puedo atravesar esto es permitiendome disfrutarlo. A mí manera trato de disfrutar las cosas que no puedo hacer y las cosas que tengo que hacer y las cosas que tengo que priorizar ahora y que no pude priorizar después, porque sé que en cuestión de días o semanas o años esto cambiará y lo que hago ahora no será lo que haré entonces. Lo disfruto y trato de no resentirlo y de confiar que las cosas que priorizo son las que tengo que priorizar...⚖️💔