With a little help from my people
Hola, queridas personas que leen este newsletter. Octubre ha llegado a su fin y yo no estoy feliz al respecto. Este fue, sin dudas, el mejor mes de mi año. Siento que todos los meses digo lo mismo, y no sé si es que enero fue muy deprimente, o realmente me están pasando cada vez más y más cosas buenas.
Algunos de ustedes saben que me fui de las redes y de Londres durante todo el mes y me dediqué a escribir un diario en esta página. En medio de mis reflexiones que me regaló Berlín, que fueron muchas, descubrí que no me quedaba mucho para decir en este newsletter. Este año entendí que estar sola no me obliga a tener que hacer las cosas sola y me encontré con muchas situaciones que me hicieron enfrentarme a la toxicidad que se esconde detrás de la autosuficiencia. El límite llegó cuando me desmayé en una primera cita, situación que la psicóloga definió como “la forma que encontró tu cuerpo de pedirte que permitas que otros lo cuiden”. Un poco extremo todo, pero no viene al caso.
Lo que viene al caso es que decidí darme esa ayuda que necesito y merezco y una de esas formas fue contactar a Julieta Giri, una de mis escritoras favoritas y miembro fundador del taller de Terapia Creativa. Leer a Juli (pueden encontrar esta edición de su newsletter que es bellísimo) es para mí una cosa maravillosa y me pareció que era hora de que ustedes la leyeran a ella. Por eso, octubre corre por su cuenta. No teman, respetamos las secciones de siempre y la impronta que nos caracteriza. Solo dejamos que ella le diera su toque, que es simplemente mágico.
Así que así, sin más, los dejo con Julieta.
¿Querés conocer nuestra casa vieja y leer los newsletters anteriores? Pasá por acá. ¿Querés enterarte de todas las novedades de este espacio? Este es el lugar.
La razón por la que El Conjuro es la mejor historia de amor
Se viene Halloween y, mientras muchos hacen ritos satánicos, yo vengo a hablarles de amor. La responsabilidad de llenar este espacio con mis palabras es enorme, pero me tranquiliza saber que mi querida Juani aun no encuentra belleza en los fantasmas que atraviesan paredes, y que ver cómo un hombre extraño enciende una motosierra puede traerle más pesadillas que paz mental. En lugar de sentir que estoy ocupando su lugar, me pienso como un puentecito que tapa un pozo que en otro momento le impediría avanzar.
Septiembre fue un mes intenso. Alguien me sacó del pantano, me subió a un unicornio y después me tiró en un terreno lleno de arenas movedizas del que todavía no sé si pude escapar. El otro día le dije a una amiga que el proceso por el cual logramos fortaleza mental se siente como si nos quebrásemos todos los huesos y un falso médico quisiera ponerlos en su lugar de forma manual. Ir a terapia a veces se siente un poco así, pero me está ayudando a reconocer patrones en mí que son autodestructivos y destructores de relaciones de las que huyo apenas las empiezo a sentir como un hogar. Pero, sobre todo, me está ayudando a no verme como la única responsable de estos patrones. Todos los catorce de febrero se viraliza la carta que le escribió Alex Turner a Alexa Chung apenas empezaron a salir que, para los que no la leyeron, básicamente es una declaración de amor profunda e intensa. Últimamente pienso que si los roles estuviesen invertidos (y si ella no fuese insultantemente hermosa) o si Alex no fuera Alex Turner y sí un chico tímido que se sienta en primera o última fila de un salón de clases, la carta generaría muchos menos suspiros y encendería más alarmas. Traigo esto a colación porque este mes decidí que quiero hacerme cargo de mi intensidad, entendida como sujeto humano sensible que siente demasiado y llora por todo, y no como sujeto humano que revolea platos y te acuchilla si piensa que estás hablando con otra (hay tratamientos muy buenos para el control de la ira, nunca piensen que la violencia es la solución). Acá es cuando aparece la cuestión, y es que toda la gente que se me acerca lo hace por la misma razón que la termina alejando. A todos les gusta el fuego, hasta que se les escapa de las manos y, otra vez, hablo de niveles de cariño y no de conductas que rondan el homicidio el que, salvo en la ficción, está mal. Todos los hombres que quise (con pasión y por algún motivo que ahora no entiendo) se acercaron a mí porque era una chispa y se alejaron porque yo seguía encendida en momentos en que ellos querían ver oscuridad y se sentían frustrados al ver que no era una mujer-vela que podían soplar a voluntad. Algunos se empeñaron tanto en apagarme que lo lograron por un tiempo y decidieron que ya no era lo que buscaban porque me habían conocido encendida, y nos pueden apagar con un simple viento, pero necesitamos fósforos que no estén mojados con nuestras lágrimas para volver a arder en paz. Volviendo a los patrones, acá también encontré uno: todos mis hombres volvieron, porque cuando no podemos prender una vela, no dejamos de intentar hasta que vemos aparecer la llama y, después de un tiempo, aprendemos que tenemos que dejarla lejos de las novelas victorianas que se pueden incendiar.
Si nos va mal en el amor (y englobo todas las formas en las que puede manifestarse, incluido ese conejo que adoptaste que tiene más ganas de arañarte que de dejar que le des besos en la nariz) siempre nos dicen que ya aparecerá alguien que nos quiera como somos, que siempre hay un roto para un descosido y todas esas frases armadas que, en lugar de animarnos, nos hacen sentir que tenemos que conformarnos con encontrar a alguien que nos ame a pesar de lo que somos y no por lo que somos. Juani habla mucho de las sombras y yo sé que si puede ver el lado bueno de Darth Vader, ella más que nadie va a entender el motivo por el que me siento más cómoda viendo luz en el medio de las tragedias que presenciando una historia de amor luminosa con algunas lomas de burro para desestabilizar. Tal vez el problema sea que vemos el amor como algo de otro planeta, pero amar en mi mente es sinónimo de vivir y vivir es sinónimo de redención. Es en nuestros peores momentos cuando descubrimos no quiénes somos, sino quiénes queremos ser. Y cuando encontremos a la persona cuyo destino se superponga con el nuestro, nos va a acompañar aunque ni siquiera hayamos encontrado nuestro camino.
Para pasar a lo que sigue, el título hace que no tenga que aclarar que soy una acérrima consumidora de cosas que dan miedo pero, para quienes —como la mayoría de mis amigos— prefieren ver comedias románticas en lugar de presenciar cómo le atraviesan el corazón con una lanza a una mujer que corre semidesnuda por el medio del bosque, quiero explicar la razón por la que sostengo que El Conjuro es la mejor historia de amor. En la segunda parte de esta entrega pasan cosas varias, que incluyen posesiones demoníacas y casas encantadas. En el medio de todo esto queda una niña traumatizada (como para no) que se siente diferente por su acercamiento a lo sobrenatural. Lorraine Warren (Vera Farmiga) le dice que a ella la rechazaron muchas veces por sus dones y que le llevó mucho tiempo, pero que al final encontró a un hombre que le creyó. Cuando la nena le pregunta qué hizo en ese momento, Lorraine le responde que se casó con él. En otra escena, Ed Warren (Patrick Wilson) habla con la misma niña traumatizada y le cuenta que le llevó tiempo encontrar a alguien que le creyera, y cuando le pregunta a la nena si sabe qué hizo en ese momento, ella le contesta que se casó con esa mujer.
Todas nuestras historias se parecen un poco a la de los Warren, porque no necesitamos tener dones sobrenaturales o historias de novela para hacernos cargo de nuestras propias sombras. Y, lamento decirles, la mayoría de las personas no quieren ponerse en contacto con las oscuridades de los demás. Pero, para consuelo mío y de quienes estén leyendo esto, hay una minoría que sí. Alguien allá afuera está listo para enseñarnos que incluso cuando nos está persiguiendo una persona poco cuerda con un machete, tenemos un motivo para correr. Porque, como dijo mi querido Sam Gamyi: “hay algo bueno en este mundo, señor Frodo, y vale la pena luchar por ello”.
Aquí van mis recomendaciones:
Algo para leer: Déjame entrar es un libro de John Ajvide Lindqvist (si les parece difícil de pronunciar, piensen que el nombre del libro es Låt den rätte komma in). Es una novela de vampiros que poco tiene que ver con Crepúsculo, aunque también es una historia de amor y amistad. Toca tema profundos como la soledad, el acoso, el alcoholismo y hasta la pedofilia. Es un libro indicado incluso para aquellos que no disfrutan del género vampírico, pero no tanto para los que no disfruten con escenas sensibles. Para estos últimos, les traigo la página de Cómo funcionan las cosas, donde Valentín Muro nos explica un par de cosas cotidianas y otras que no lo son tanto.
Algo para ver: más abajo vuelvo sobre mi obsesión con Mike Flanagan, así que no podía dejar de mencionar el estreno de ‘Midnight Mass’, una miniserie llena de moralejas espirituales y existencialistas que tal vez los decepcione un poco si buscan terror puro, pero que les va a encantar porque tiene un guión exquisito. Para los que no son capaces de soportar ni siquiera eso, les recomiendo ‘Six Feet Under’, una serie hermosa que sigue la vida de la familia Fisher, dueña de una funeraria, y donde la mayoría de los episodios comienzan con la muerte de un personaje en cuyo funeral se desarrolla la historia (además tiene el final más hermoso en la historia de la televisión con una canción de Sia).
Algo para escuchar: Empiezo recomendando algo de Hozier porque lo amo y nada mejor para terminar octubre que con un hombre raro, así que acá les dejo este mini podcast de él leyendo poesía que se llama Poetry Friday with Hozier. También les dejo esta playlist de Postmodern Jukebox que, para los que no la conocen, tiene la versión Jazz de muchas canciones conocidas para bajar un cambio y sentir que no tenemos que estar corriendo todo el día (a menos que nos persiga Freddy Krueger, pero ese nos va a alcanzar aunque estemos dormidos).
Algo para perder el miedo a escribir: este mes largamos La Hoja en Blanco, nuestro taller más económico, más práctico y más útil para aquellos que no saben para dónde empezar a caminar cuando les toque dar el primer paso. Mediante una clase grabada y un cuadernillo de material de ejercitación complementario, van a poder encarar su miedo a escribir y llenar por fin esa hoja en blanco que tanto nos atormenta. Encuentran toda la info en este link.
Algo para curar el alma escritora: El Consultorio de la Tía Angustias es un espacio mediante el cual contestaré un pedido de ayuda relacionado a la escritura y la creatividad por semana. Es completamente gratis y no van a recibir más de una notificación/mail por semana. Si quieren sumarse, pueden leer este post y elegir si suscribirse al newsletter o sumarse al server de Discord.
Algo para conocernos: si quieren leer a Juani más seguido (una vez por semana, como era este newsletter cuando empezó) y de paso quieren acceder a las clases gratis que dará en el futuro, suscríbanse al newsletter semanal en el que ella trata temas varios y explora dramas con la libertad que la privacidad le permite. En una de las ediciones de octubre, en la que les compartió su visión de por qué no hay que apurar los procesos creativos, escribió esto:
“Les dije, la semana pasada, que iba a intentar escribir una columna sobre cómo escribir una historia que se entienda, aunque no se entiendan las palabras. Surgió la idea después de ver una obra de teatro en alemán y descubrir que podía entender los tiempos que se manejaban a pesar de no entender el idioma y confirmé que hay algo ahí cuando vi Dune el viernes pasado, sin poder concentrarme mucho porque estaba pensando en que había roto mi computadora, pero igual pude sentir que la historia pasaba por diferentes momentos. Entonces cabe decir que sí, que hay algo para decir sobre el tema, pero no pude escribirles la columna, porque yo todavía no pude pasar todos estos pensamientos a mi plano consciente. Dicho de otra forma: no estoy lista para escribir sobre el tema. (…) Los procesos se llaman así porque tenemos que procesarlos, tenemos que vivirlos. No podemos decir lo que aprendimos si todavía no aprendimos, no podemos usar herramientas con las que todavía no nos encontramos. La columna de hoy entonces es un fracaso de mi parte y una promesa sin cumplir, pero también una lección de cómo tener paciencia. Somos escritores, no jugadores de fútbol. Nuestras carreras son eternas y tenemos tiempo. Tenemos tiempo de ser lo que nuestro arte quiere que seamos.”
Si quieren leer el post entero y recibir estas cositas una vez por semana, encuentran toda la info haciendo click acá.
Eso
La verdad no me siento capacitada para escribir esta sección, porque la mayoría de las cosas que sé me las enseñó Juani y no sé si puedo aportar algo que ella no les haya regalado con sus palabras sabias y tranquilizadoras. Como no puedo escribirles con un currículum, les voy a escribir con el corazón sobre algo que me cuesta manejar en mi vida: los límites. Se habla mucho del bloqueo creativo, pero no se habla tanto de cuando no tenemos problemas para escribir, pero sí miramos el producto terminado con la sensación de que deja que desear y no sentimos esa relajación en el cuerpo que nos sobreviene cuando plasmamos lo que somos en las páginas. Para profundizar en esto, vuelvo a lo que les dije al principio: a la intensidad. Toda mi vida tuve miedo, miedo de que vean quién soy, miedo de ser muy poco y miedo de ser demasiado. No se puede escribir bien teniendo miedo, porque nos limita.
A la hora de darle fin a la página en blanco nos encontramos con limitaciones que no podemos evitar, como la de nuestra propia lengua. Al final parece que los esquimales no tienen cuarenta palabras para referirse a la nieve, pero los alemanes y los japoneses tienen términos que describen sensaciones y hechos que ni siquiera se me hubiese ocurrido definir. El talento y la técnica es nuestra materia prima, pero también lo es el lenguaje que manejamos. Mientras que lo primero depende de nosotros, lo segundo no podemos moldearlo a nuestro gusto y debemos seguir un conjunto de reglas y existencias que no van a cambiar, al menos en un futuro cercano. Otro límite que tenemos que tener en cuenta es que a la hora de escribir no podemos decir todo sobre un asunto. La escritura es una cosa de dos: del que escribe y del que interpreta. Un escritor que necesita explicarle al lector cada segundo lo que está pasando no puede ser considerado del todo un buen escritor. El arte es algo subjetivo y no podemos transformarlo en una cosa objetiva por nuestra necesidad egocéntrica de demostrar que podemos escribir mucho y que sabemos palabras complicadas. Tampoco tenemos que empezar una novela pensando en cómo queremos que la reseñen ni en la forma que le queremos dar cuando esté terminada. Como los bardos en la antigüedad, nosotros usamos nuestros dones para contar historias, y ellas serán las que nos guíen por el camino que tenemos que seguir hasta el final. Si intentamos llevarles la contra, difícilmente consigamos algo que sea de nuestro agrado y de quien decida leernos. No hay que olvidar que debemos saber cómo decir las cosas, pero también debemos tener algo que decir.
Con todas estas limitaciones insondables, ¿por qué querríamos agregarnos otra más por culpa del miedo? Mis consejos de escritura como persona no experta son que miren adentro y afuera. Para lo primero: vayan al psicólogo y consuman todo tipo de libros, películas y series hasta que encuentren las que vayan con ustedes. Para el segundo: dejen de intentarlo tanto. No van a ser mejores escritores por pasarse diez horas al día frente a una página en blanco. Muchos de los personajes que intentamos crear son personas, y necesitamos relacionarnos con ellas para poder crearlos a su imagen y semejanza. Pero el mayor consejo de escritura que puedo darles —y que todavía no pude terminar de adoptar— es: háganse cargo de su intensidad (o de su falta de ella). Nunca vamos a escribir como Stephen King porque no somos Stephen King, pero él tampoco puede escribir como nosotros porque no es ninguna de las personas que está leyendo esto (o capaz que sí, hola Stephen). Las grandes obras del terror están llenas de sangre y hay gente a la que le parece demasiado ver cómo le cercenan los brazos a un hombre, pero a los fanáticos del género les encanta y nunca vamos a conformar a todos, así que tenemos que conformar a los que queremos conformar (recomiendo que el primero de este grupo siempre sea uno mismo). La poesía de Pizarnik es lo que es por todo lo que sentía, y tal vez era demasiado porque su historia no terminó muy bien, pero si hubiese puesto reparos a la hora de mostrar cómo se sentía no tendríamos sus hermosos poemas. Lo que nos dice Robbie Williams en Feel y lo que lo llevó a su Come Undone son los motivos por los que podemos disfrutar del existencialismo en sus canciones (y de su baile como hombre sin piel en Rock DJ). La cosa es que no podemos agradar a todos. Hasta a mí a veces me cansa leer tantas veces el mismo estilo en los libros de King y algunos gustan de escuchar todo el día a Lana Del Rey diciendo que se quiere morir porque extraña a su novio drogadicto, otros a Daddy Yankee diciendo “pa' bailarlo caliente, de espalda y de frente”, y otros las dos cosas. Si censuramos nuestra intensidad, censuramos nuestra identidad, y así nunca vamos a encontrar a las personas que sepan valorarla, al igual que si medimos nuestras palabras nunca vamos a llegar al público que las está esperando y que no encuentran en otro autor la forma de interpretar su alma.
¿Quieren convertirse en parte de esta familia de desconocidos que ahora comparten una vida? Pueden conocer las distintas opciones acá.
Ellos
Los escritores sufrimos algo patológico porque a veces tenemos que convencernos de que los personajes que creamos no son reales. Hace un par de años estoy obsesionada con todo lo que tenga que ver con Mike Flanagan y me di cuenta de que es porque todo lo que crea tiene un pasado. Como las personas que conocemos existieron antes de que existan para nosotros, la veracidad y naturalidad de un personaje es inalcanzable si no creemos en lo que fue, aunque ahora queramos mostrar lo que es. En La maldición de Hill House, cinco hermanos desarrollan personalidades muy diferentes y sus destinos se encuentran divididos, a pesar de haber compartido una misma niñez llena de traumas. Algunos usan sus propios demonios para ayudar a los demás, mientras que otros los utilizan para destruirse a sí mismos.
Mi psicóloga una vez me dijo que le llama la atención que existan tantos psicólogos que a su vez publicaron libros de ficción. Yo creo que para ser buenos escritores también hay que entender algo de psicología, porque no podemos intentar justificar ante otros que alguien es como es si no tenemos las herramientas para hacerlo. En la escritura, a diferencia de la vida, contamos con una ventaja: si somos lo suficientemente valientes, podemos terminar de conocer a nuestros personajes, mientras que jamás vamos a poder decir lo mismo de las personas que nos rodean. Somos nosotros los que al agarrar la pluma, birome, máquina de escribir o computadora (para los que no se hayan quedado estancados en otro siglo) decidimos qué van a ver los otros de los seres que creamos. ¿Nunca conocieron a alguien y sintieron que algo no les cerraba? No hablo de sentir maldad, sino de percibir que esa persona no estaba mostrando lo que verdaderamente es. Acá pasa más o menos lo mismo: un buen personaje no tiene que ser bueno, simplemente tiene que ser. No importan cuáles sean sus palabras después de un guión de diálogo, porque esas van a ser las que dirija a otros seres de ficción, las que importan son las que les regale al lector, que es el que desde afuera justifica, condena y entiende sus acciones.
En La maldición de Bly Manor nos encontramos de nuevo con la misma situación. Si bien —a mí parecer— los personajes no están tan bien desarrollados como en Hill House, nos encontramos con personajes malos que se hicieron buenos, buenos que se hicieron malos, y personajes cerrados que al terminar el último capítulo pudieron decirnos el motivo por el que son lo que son. Bly Manor empieza diciendo que no es una historia de fantasmas, sino una historia de amor. Para mí es una historia de personajes que huyen de sí mismos, pero que terminan sometidos a eso de lo que están escapando. Todos evolucionamos y, si concebimos a un personaje como una persona real, es posible y aceptable su cambio, pero no podemos hacer que camine por la calle pateando perritos y que de un día para el otro se haga vegano, a menos que lo justifiquemos con algún tipo de intervención divina y dramática.
Muchas veces nos encontramos viendo una serie o leyendo un libro y decimos “esto no es típico de tal”. Es un desafío comprimir en un cuento, una novela o un guión una transición que en la realidad lleva una vida entera, sin que se vea abrupta o se sienta forzada. El consejo que yo trato de seguir en la hoja y en la vida (aunque pocas veces logro hacerle caso sin que me gane la ansiedad) es: hay que darle tiempo. Si nos parece que es demasiado pronto, es porque lo es.
Este espacio funciona a base de amor por la propuesta, libros que leo para crecer todos los días un poco más y Coca Cola que me acompaña cuando tengo sueño. Si quieren ayudarme a solventar esos libritos y coquitas, pueden hacer acá desde el exterior o acá desde Argentina.
Elles
*Juani vuelve a tomar el micrófono como seño y maestra de ceremonias*
Hoy nos toca, como siempre, homenajear a les artistas de nuestro espacio que se destacaron este mes. Empezamos entonces con Hannah Cherin, ganadora de nuestra última beca para escritores en bancarrota. Con su texto, Hannah se ganó un lugar en el taller de Terapia Creativa, apadrinada por Micaela Lambardi, Nati Dubicki, Tamara Postorivo, María Centeno y Monserrat Gamboa. Aquí están sus palabras ganadoras:
Las gotas golpeaban la ventana del tren con la fuerza de mil boxeadores. Lisa creía que no había ningún pasajero despierto, o al menos eso parecía. Iban a llegar a destino en tan solo una hora, y ella esperaba que eso fuera suficiente.
Escribió en la última hoja de su diario: “Lunes 23 de Octubre. 3:59 a.m. Carlos duerme a mi lado. La pastilla que le dí lo mantendrá inconsciente por al menos dos horas más (o eso espero). No tuve la valentía de despedirme, el miedo me paralizó. Creí que iba a cambiar, pero no puedo casarme con él.” Lisa dejó de escribir por unos segundos y las lágrimas se deslizaron por su cachete golpeado. “A pesar de todo, ojalá sea feliz. Feliz como yo alguna vez fui a su lado.”
De repente, Carlos se movió en su lugar. El corazón de Lisa empezó a correr. Un trueno rompió el silencio de la noche.
Felicitaciones, Hannah!
Ganadores del mundialito regional de Terapia Creativa
Todos los meses hacemos una competencia en los talleres de Terapia Creativa llamanda el Mundialito Regional, un oxímoron que nos copa bastante. Les chiques escriben, sus compañeres les votan y así tenemos a les ganadores. Pueden leer sus textos y los textos ganadores anteriores haciendo click acá y ver los videos completos en nuestro canal de YouTube. Con ustedes, el podio:
Categoría Diálogo. Ganadora: Micaela Soraire López
A pesar de estar en este grupo desde sus comienzos, Mica no suele ser la más constante participante del mundialito. De hecho, antes de presentar su texto este mes, dijo que lo haría para perder con gracia. Bueno, Micaela querida, mirá cómo no sólo no perdiste, sino que ganaste con honores. Leyendo Se supone me encontré con sentimientos que se cruzaban. No entendía por qué el personaje era tan insistente, tan demandante. Cuando llegué al final y entendí el giro, me sentí muy triste al descubrir que ese personaje también soy yo y somos un poco todes. Felicitaciones, Mica querida, por esta presentación maravillosa.
Categoría Forma. Ganadora: Ginny Lupin
No es tu primera vez ganando, pero sí es la primera vez que me emocionás así. Te escribo a vos, porque sé que estás leyendo esto, y merecés que tus palabras vayan directamente dirigidas a tu corazón. Esto es lo mejor que presentaste para el taller, sin dudas. Y sé que no fue fácil. Sé que tuviste que remover cosas que vivís removiendo y que eso hace que sea más y más difícil transitarlas. Te puedo prometer, porque estuve en tus zapatos, que en algún momento dejarás de escribir esta historia. Las palabras van a alcanzar, te juro que van a alcanzar. Mientras tanto, seguí escribiendo y haciendo arte con esto que viviste. A veces las historias de amor no tienen sentido, hasta que las transformamos en arte. Al menos eso creo yo.
Recomiendo que escuchen El capricho de la memoria ya mismo y que sigan a Ginny por acá.
Categoría Inspiración. Ganadora: Camila Godoy
Es la primera vez en la que Cami participa del mundialito pero ella está en Terapia Creativa desde su primera clase. Este mes la consigna era escribir una historia basada en una historia real y Cami nos regaló esta historia que juega con la imaginación y la verdad, con los escenarios que dibujamos cuando la historia que estamos viviendo no camina para donde queremos. Soy esa persona y creo que un poco lo son todes. Querida Camila, aunque la fotografía sea tu mujer, te quiero agradecer en nombre de todes tus compañeres por permitirte tener un noviazgo con la escritura. Es hermoso poder compartir nuestros sábados con vos y es un lujo que nos dejes leerte.
Si se suman al taller de Terapia Creativa para escritores van a:
trabajar sus miedos en un ambiente seguro, mejorar sus técnicas de escritura, ser parte de proyectos en grupo, poder participar del mundialito regional de escritura entre compañeros para ganarse un lugar y mostrar sus trabajos en este newsletter.
Pueden sumarse al grupo de los martes a las 15:30, los jueves a las 8 am o los sábados a las 10 am. Encuentran más info acá y reservan su lugar escribiéndonos a todonuestro.todosuyo@gmail.com.
Vos
Esta es una sección creada especialmente para vos. ¿Para vos? Sí, para vos, que querés convertirte en un autor publicado y no sabés cómo hacerlo.
Hacía rato que queríamos que este espacio sirviera más que para sólo producir, y fue por eso nos unimos a Belu, ex alumna del taller y ex editora de estilo con muchísima experiencia en el rubro. El mensaje de este mes es el siguiente:
¡Hola!
Como el próximo tema que quiero tratar es uno importante, estoy haciendo trabajo de investigación para traerles datos e info actualizada. Vendré con los resultados en forma de la próxima columna (literalmente ✨se vienen cositas✨).
Mientras tanto, pueden seguir mandando preguntas al link que les deja Juani, para que las conteste en las ediciones siguientes 💌.
Besos!! Nos vemos ❤🌹
Si querés leer esta respuesta y todas las anteriores, acercate a este post que está en nuestro perfil. Si tenés material que quieras publicar o simplemente te gustaría saber de antemano cómo funciona la industria, dejale tu pregunta en este formulario.
Ella
HOLA JUANITERS COMO ESTAN TANTO TIEMPO? Les grito porque por ahí se olvidaron de mi. Desaparecí unos meses porque decidí que era hora de recibirme y empezar a tachar la lista de cosas pendientes que venia arrastrando.
Faltando dos meses para que se termine el año, ya puedo decir que el 2021 me sentó de una trompada en el piso y me puso a pensar y replantear mis concepciones sobre los vínculos, relaciones y consumos. Como no soy tan inteligente, por supuesto que elegí bien qué opiniones leer.
El posteo de hoy está 100% dedicado a -me pongo de pie- Mark Fisher, el autor de libros que me acomodaron la cabeza y que hoy en día son la bibliografía de mi personalidad. Espero que si no lo conocían esto los empuje a buscarlo, y si ya pasaron por sus textos mágicos, sonrían.
Zona de Fisherposting
(Aviso que dejo afuera de la reseña a Realismo capitalista, que es increíble, pero por ahí es más de nicho)
Mark Fisher fue escritor, crítico musical y editor. En realidad fue mucho más que esas cosas. Para mí fue el autor de la mejor fotografía de la sociedad actual. Estos libros te hacen frenar en todas las páginas pensando en cómo se extrapola lo que acabás de leer a tu realidad inmediata. Mark (le digo así porque habríamos sido muy amigos si hubiéramos coincidido en la vida) sostiene que la academia está muy ocupada en analizar los eventos pasados y pierde de vista lo que está pasando en el ahora.
Entonces, lo que hizo este tipazo fue analizar sus consumos culturales a través de la lupa de la filosofía, la sociología y el psicoanálisis, publicando sus ensayos en lo que fue su obra cumbre (y primera recomendación del día) : K-punk, un blog que mantuvo desde el 2003 hasta su muerte en el 2017. Editado en argentina por Caja Negra, las entradas de este blog se recopilaron y se publicaron en 3 tomos (que tienen una estética hermosa e increíble). Están ordenados por temática: K-punk 1 tiene los ensayos sobre libros, películas y televisión, el segundo tomo sobre música y política, y el tercero contiene textos sueltos y entrevistas. Para que se den una idea de lo que son los ensayos, hay hasta análisis de la moral en Westworld y críticas al capitalismo desde Batman.
La segunda recomendación tambien viene de la mano de la editorial Caja Negra y es Los fantasmas de mi vida: escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos.
Este libro viene acompañado de un trigger warning: habla todo el tiempo de la depresión y ocasionalmente del suicidio.
Fisher parte de una premisa fundamental: la depresión y la angustia son síntomas de la sociedad capitalista en la que vivimos. A partir de esto, analiza esa veta en la música y el cine, llegando a conclusiones que te dejan pedaleando en el aire. Cita todo el tiempo a otros teóricos de una manera tan humana y orgánica que nunca sentís que te está mandando a estudiar. Habla de como nuestra generación está exhausta y sobreestimulada al mismo tiempo, decantando en una sensación generalizada de inconformidad y molestia. Te manda a pensar en cómo las redes nos llevaron a saber todo de todos, todo el tiempo, y ya casi no quedan espacios libres de esa contaminación. Sobre la producción creativa dice:
Para poder producir lo nuevo se necesitan ciertos momentos de retirada de, por ejemplo, la sociabilidad y de las formas culturales preexistentes. Pero la forma dominante actual de ciberespacios en redes sociales, con sus infinitas oportunidades para el microcontacto y su aluvión de links de Youtube, hace que la retirada sea más difícil que nunca. Como Simon Reynolds concisamente lo plantea: en los últimos años, la vida cotidiana se ha acelerado, pero la cultura se ha enlentecido.
Y por último, como este finde es Halloween, les traigo Lo raro y lo espeluznante (editado por Alpha Decay). En esta obra analiza cómo se genera el terror y lo unsettling en peliculas, series y libros del género del horror. Parte de la concepción freudiana del unheimlich: la extrañeza inquietante (lo 100to por les estudiantes y profesionales de la psicología que me lean, esto es un gran hablemos sin saber). Fue el primer libro de el y me hizo entrar con muchísima fuerza en la obra del autor. Es increíble sentarse a pensar, a partir de un contenido puntual, como se genera la sensación de miedo o extrañeza. A partir de una serie de ensayos articulados entre sí, define qué es lo raro y qué es lo espeluznante, y luego se pone a analizar obras de Kubrick, Lovecraft, Atwood y un montón más. Para mí, este libro es de lo mejor y más accesible a nivel académico que hay sobre análisis del terror.
Bueno Juaniters, me voy porque me extendí demasiado. Fisher es de las cosas que hacen que la gente diga YA PUSIERON A HABLAR A LA NIÑA. Espero que los atrape tanto como a mi. Cualquier cosa y, sobre todo, si tienen ganas de debatir algo de todo lo que les pasé, me escriben a @katepetrich por twitter o instagram. Nos vemos el mes que viene con las patas metidas en la pelopincho!
¿Te gustaría participar de nuestros talleres pero no te coinciden los horarios? Sumate a nuestros talleres grabados. Te ofrecemos tres opciones:
La Hoja en Blanco, la herramienta que va a sacarlos del bloqueo creativo y va a empujarlos de lleno a la escritura.
La Factoría de Historias, un curso express de ficción que te va a llevar de la mano a través de la inspiración, la escritura y la edición, para que escribas un cuento y disfrutes cada parada en el camino.
El Semillero, cuatro encuentros grabados para hacer a tu tiempo en la comodidad de tu hogar. Podés ver ejemplos de qué cosas enseñamos en el taller en estas historias destacadas.
Más info de todos estos talleres por acá.
Ustedes y yo
*Juli, volvemos con vos a estudios*
Espero haber estado a la altura de Juana, pero no que hayan sentido a Juana en mis palabras porque quise aprovechar su espacio para quejarme un poco mientras ella se toma un descanso. Octubre viene siendo un mes agotador, pero tranquilo, y me está ayudando a dejar de pensar tanto las cosas y reconocer que simplemente estoy cansada de las personas que no se hacen cargo de su intensidad y que me reclaman la paz que, a fin de cuentas, me están robando. Espero no haberlos aburrido y que les haya servido para algo todo esto que escribí, con mucha caradurez, pero también con muchas ganas de sentir.
Mis últimas palabras son para Juani. Primero que nada, gracias por confiar en mí. Segundo, siempre me acuerdo de la parte de A Ghost Story (esa sí la pueden ver si no les gustan las cosas de miedo, porque no es de terror y el fantasma es una persona con una sábana). En una parte el protagonista dice que está esperando a alguien y, cuando le preguntan a quién, dice que no se acuerda. Muchas veces esperamos cosas que no sabemos si van a llegar, y otras veces ni siquiera sabemos qué estamos esperando. Yo estoy segura de que vas a publicar tus libros, porque nadie duda de eso, pero vos tampoco tenés que dudar de que escritores hay muchos, pero personas que animen a los demás a romperse la armadura y mostrarse de cristal, aunque hasta a vos misma te cueste, hay pocas. Vas a tener muchos logros en tu carrera, pero ya tuviste tu mayor logro como ser humano que es liberar almas y ser buena persona. Te quiero un montón.