Estar de mi lado
Sobre la palabra a la que le escapé este año, 5 cosas concretas que me ayudaron a estar bien conmigo (y la portada de mi libro que ya sale en librerías!)
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No me llevo del todo bien con los mantras. Uno pensaría que, como alguien que prefiere las palabras, sentiría comodidad con la repetición de frases cortas que abarcan un significado enorme, pero no es así. Para mí las palabras no significan nada sin su ancla y raíz personal. Lo que me interesa, más que el lenguaje, es la experiencia que uno le imbuye.
Supongo que es por eso que hace tiempo le huyo a la palabra “habilitarse”. Mi psicóloga me dijo, en las últimas sesiones que tuvimos a principio de este año, que tenía que trabajar en eso. No me gustó la tarea, sentía que simulaba ser sencilla y era en realidad imposible. Como respuesta llegó
, con quien trabajo codo a codo en mis mentorías. Ella toma esta palabra como eje troncal de lo que hace, y sabe tejer este concepto en todos sus textos y experiencias. De la abstracción sugerida por mi psicóloga pasé a la concreción que mi amiga le compartía a sus lectores pero a mí me faltaba el último click. Tenía que convertir lo ajeno en propio, transformar un consejo en un principio. Las palabras no son más que la experiencia que cada uno quiere volcar en ellas. Y la experiencia no llegó a mí hasta hace muy poco. En mi caso, aprendí que habilitarme significa jugar para mi propio equipo.¿Conocés nuestro espacio digital inclusivo para aquellos que buscan formar comunidad y desarrollarse en el oficio de la escritura sin depender de las redes sociales? Te ofrecemos una variedad de propuestas que buscan adaptarse a tu interés, tu compromiso y tu bolsillo: contenido gratuito, reuniones mensuales, un taller y más.
Existe un lugar en el infierno que yo le reservo a la gente que hirió, aunque sea levemente, a mis seres queridos, pero no imagino ahí a aquellos que me lastimaron a mí. No es que sea buena y sepa perdonar, es que siempre es más fácil enojarme por las injusticias ajenas. Será que, cuando me tocan a mí, las entiendo como lógicas, inevitables, parte intrínseca de crecer. O quizás es que, como muchas otras mujeres, fui socialmente condicionada a pensar en el otro antes que en mí en todo momento, sin excepción. No siempre me salió, pero siempre lo busqué, y creo que esto trae consecuencias. Así mismo, sé que nadie me hirió tanto como yo misma cuando me alié con personas o ideas que poco tenían que ver conmigo. Culpo a la vergüenza de sentirme inadecuada (como cualquier adolescente) que me hizo construir sistemas de engaño hacia adentro y hacia afuera. Para hacerle creer a los demás que sos como ellos tenés que actuar como ellos, pelear para ellos, elegir como ellos. Con el tiempo te convencés de que realmente sos como ellos, y la infelicidad que te ahoga te confunde. ¿Cómo puedo sentirme tan incómoda cuando estoy haciendo lo que sé que quiero?
Después de meses de desnudar mi deseo de las influencias ajenas, me siento mucho más a gusto, pero sé que todavía me queda un camino largo por transitar. Habilitarme, para mí, es una cuestión de honestidad, de estar en línea con la persona que sé íntimamente que puedo y necesito ser, y decidir, a cada paso, que la prioridad es ayudarme a mí misma, fight my own corner.
No me gustan las abstracciones, dije, y por eso la columna de hoy es concreta y práctica. Llegando al cierre de este año, dos días antes de cumplir 31, puedo identificar cinco cosas que hice que me abrieron la puerta a la posibilidad de estar bien conmigo. Si quieren, en los comentarios, pueden dejar las suyas. (También podés comentar con emojis de alegría si te gusta la portada de mi libro, que va a estar disponible en librerías en solo semanas!) Si quieren leer a alguien que sabe mucho más del tema que yo, pueden seguirla a Cande en su Substack Humans in the Making.
Y si me leés hace tiempo y te gusta lo que escribo y me querés hacer un regalo de cumpleaños antes del sábado, suscribirte a Todas Nuestras Palabras sería el más lindo de todos.