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Te doy la bienvenida a Ficciones Verdaderas, una nueva sección que estoy probando. Nina, como todos los personajes de esta sección, es un personaje ficticio conformado por retazos de personas reales. Es un poco como yo, un poco como la gente que quiero, un poco como la gente que me molesta. Si es un poco como vos, es pura coincidencia.
La encontramos a Nina sentada, siguiendo con la mirada algo del otro lado de la ventana. Es un camión que se está llevando la basura. El mismo señor pasa todas las semanas y se lleva lo que la gente ya no quiere tener en sus casas. Los libera de la mugre, de la vergüenza de haber comprado, comido, cagado en pañales. Es la primera vez que Nina le presta atención a la cara del señor, a pesar de que vive en ese departamento hace cinco años. Repara en que no tenía idea hasta hoy de qué cara tenía la persona que se llevaba la basura y la vergüenza. Sí, admite, hay chances de que este señor se haya estado posando frente a mi ventana durante los últimos cinco años y yo nunca lo haya visto. Concluye que no importa. Suele estar ocupada a esta hora, no tiene tiempo de sentarse a ver cómo se llevan la basura.
Para entender a Nina hay que entender de dónde viene. Y no, no me refiero a ese blog que creó cuando todavía estaba en la universidad, o a esa página de internet donde se pasó sus años de adolescente. Nina es una chica que se muestra frente a sus seguidores como un libro abierto pero esconde, como todos, un secreto. Su secreto genera incluso más intriga que el de las personas que naturalmente parecen guardar secretos, esos que contienen multitudes que desconocemos. El misterio es tan vasto que lo dejamos pasar. Solo algunos, los imaginativos que pierden su tiempo inventando historias, elegimos darles un tiempo de observación. Pero el misterio de Nina es magnético para todos. Es imposible saber todo de un ser humano porque muchas veces sentimos que es incluso imposible saber todo de nosotros, pero con Nina y las demás chicas en línea se genera una fijación por querer sacarle la máscara, descubrirla. Ellas parecen tan sinceras, tan vulnerables, tan llenas de respuestas que no pueden esperar a darnos, pero sabemos que esconden algo porque entendemos que hay cosas de ellas que nunca recibimos. Nina, por ejemplo, no muestra su cocina. En los años que lleva documentando su vida en internet, jamás se filmó cocinando. Muchas veces aparece comiendo en el living, a veces bebiendo en el balcón, pero jamás en la cocina. No sabemos de dónde salen esos platos, y con eso entendemos que ella no nos muestra todo. Y nos preguntamos, entonces, qué otra cosa nos está ocultando.
La investigación promete frustraciones si apuntamos a querer saberlo todo: cómo luce esa cocina, qué gusto tiene su boca cuando besa, por qué esa amiga que antes figuraba en todas sus fotos desapareció de su lista de seguidoras a pesar de seguir activa en redes. Podríamos averiguar esto y mucho más pero la intriga seguiría viva. Lo único que puede darnos respuestas satisfactorias es entender a Nina, conocer su miedo y su deseo, no tanto como chica en línea sino como una mujer que existe en el mundo. Y por eso, como siempre, lo importante es empezar desde el principio.