Hay mucho para decir del para siempre
Notas sobre la eternidad, los higos y el atardecer
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La columna de hoy es un ensayo personal sobre las cosas que se extienden para siempre, el árbol de higos de Sylvia Plath, el miedo que no tiene nombre, poder sorprender a las personas que amamos y la vida como camino que se transita a oscuras. Dice algo como:
Supongo que es porque nunca pude hacer las cosas a medias. Esto de comprometerme con mis higos, digo. Si elegí uno, me dediqué a él con todo lo que tenía. Lo que quiero decir es que algunas cosas empiezan a establecerse como son, para siempre. Y está bien, me gustan los higos que elegí, me gustan las puertas que abrí, pero hay un sentimiento particular que me está empezando a acompañar en esta década y tiene que ver con los compromisos que voy tomando. Empiezo a notar de a poco que cuánto más me comprometo con lo que elijo, más me asiento en ser esta persona que mis decisiones habilitan. Y me gusta, me gusta quien soy, pero me agarra ese pánico de entender que literalmente me estoy quedando todos los días con un poco menos de tiempo para sorprenderme.
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