Links útiles: mis talleres de escritura, mentorías individuales, Patreon, recursos de escritura gratuitos.
La semana pasada, el primer borrador de mi libro (sí, lo sé, rarísimo) fue enviado a mi editora. Hablé de esto abiertamente con mi gente/en este newsletter pero recién hoy compartí la noticia en Instagram (si pasás por ahí, verás una seguidilla de fotos y un epígrafe igual a este, solo que en inglés). Me siento rara compartiendo logros de una forma que se sienta honesta. La verdad es que disfruté el proceso enormemente pero también luché mucho con él. Parece que bajar mis ideas a la hoja sabiendo que van a terminar en las bibliotecas de algunas personas me hizo cuestionar mucho su validez. Además, mi vida normal y menos emocionante estuvo complicada, y lidiar con eso mientras experimentaba uno de los momentos más importantes de mi vida profesional fue raro. Contrario a lo que me pasó en los 20s, mi creatividad no puede realmente funcionar cuando estoy estresada, y estos meses lo estuve y mucho.
Estoy compartiendo las buenas noticias porque las redes sociales todavía son plataformas donde encuentro gente que se interesa por mí y mi camino. También comparto los lados menos emocionantes porque creo que es necesario. En mis días bajos me sentí muy culpable de no estar disfrutando este momento al máximo, y nada se sintió real hasta que entendí que ser agradecida no significa ser feliz todo el día 24/7. Creo que lo que quiero decir es que es difícil creer que uno de tus metas más grandes se materializó si seguís haciendo de cuenta que sos un personaje de cartón que solo siente emociones positivas todo el tiempo. Hubo días de mierda pero me gusta pensar que estuvieron ahí para pellizcarme y hacerme entender que esto realmente es la vida real.
Seguramente comparta más novedades en los meses que siguen. Los agradecimientos llegarán a su debido tiempo pero por ahora gracias a mis amigos, familia y novio por mantenerme lo suficientemente sana como para la-bu-rar.
A continuación, 15 cosas que viví en el proceso:
Muchas de las cosas que hice las busqué hasta el cansancio. Se siente raro, entonces, contar que este, mi proyecto más grande, llegó a mí. Recibí un DM de Instagram mientras hacía zapping entre Ghana-Uruguay y Corea-Portugal y lo leí con incredulidad. Me pareció que algo que había llegado de una forma tan simple a mi vida no podía ser del todo real. Siempre fue mi creencia que nadie te viene a tocar la puerta para invitarte a escribir un libro y ese mensaje me contradecía en mi creencia. Claro que entiendo que el esfuerzo de mi parte se había hecho antes, que hace años vengo golpeando puertas indiscriminadamente, pero no había golpeado esta, y no estaba buscando hacerlo. No estoy queriendo decir que no haya merecido la oportunidad, o que sí lo haya hecho. Creo que quiero decir que mi mayor enseñanza de todo esto es que lo importante es estar en movimiento. Muchas veces me quedé estática intentando planificar mi próximo objetivo emprendedor pero mi oportunidad más grande llegó porque, como soy escritora, no pude evitar pasarme estos tres años escribiendo sin parar, sin pensarlo tanto.
Cuando me llegó la propuesta (un libro de no ficción que se relacionara con lo que enseño en mis talleres) pensé que iba a ser fácil. ¿Usar mi medio favorito para hablar de eso que más me interesa? Yes, please! La realidad fue muy diferente y esto me trajo un montón de dudas. ¿Cómo puedo hablar de escritura con autoridad si me cuesta sentarme a escribir? En esos casos, me ayudó quejarme.
A la hora de quejarme fui ubicada. No le fui con mis lamentos a la gente que me rodea que tiene problemas serios. También elegí un mix de personas que trabajen en el arte y personas que no. Me sirvió tanto escuchar un consejo detallado como un “bueno, ya va a pasar”.
Me alejé mucho de mi vida social, tanto digital como personalmente. En los últimos meses mi novio, mi amiga Giulia, los empleados de Pret que me sirvieron café y mis compañeras de piso fueron mis casi únicos contactos con el mundo exterior. También estuve desaparecida de grupos de WhatsApp y conversaciones individuales. No porque hubiese estado escribiendo todo el día, sino porque mi cerebro parecía estar lleno de información. Si bien extrañé a mi gente, entendí que el cariño que tenemos no necesita contacto constante. Contar con esta certeza me llena de seguridad para encarar otros proyectos.
Terminada la primera etapa, siento que aprendí muchísimo sobre la escritura como craft. La inseguridad que sentí durante el proceso fue amainando a medida que me acercaba a la recta final. Creo que, como en todas mis experiencias laborales, me hice haciendo.
El diario de los lunes es una publicación exclusiva para suscriptores pagos. En esta ocasión encontrás un extracto gratis, y podés leer la publicación entera accediendo a la prueba de siete días sin cargo.
Si querés recibir una columna semanal todos los jueves y leer un mini diario casi todos los lunes, además de tener acceso al archivo completo de Todas Nuestras Palabras, que incluye más de cien columnas exclusivas, considerá hacerte suscriptor pago.