Equipo newsletter es una sección de Todas Nuestras Palabras para escribir y conectar. Si querés sumarte a nuestro equipo y leer las publicaciones que ya salieron podés pasar por la pestaña especial de nuestro perfil. En la columna fijada podés dejar tu comentario para que sumemos tu publicación a nuestras recomendaciones.
Una vez por mes voy a contestar una pregunta de un suscriptor pago para ayudar a aquellos que están pensando en lanzar un newsletter, hacer crecer su plataforma, lanzar un espacio pago. Yo no trabajo necesariamente buscando la masividad, así que no podría explicarles cómo tener diez mil suscriptores, pero sí puedo compartirles mi experiencia generando una comunidad pequeña que hoy apoya económicamente mi escritura. Los suscriptores pagos tendrán también acceso al chat, donde podemos debatir, estar en contacto, juntarnos a escribir y darnos aliento en nuestras publicaciones. Si quieren conocer más sobre esta propuesta, pueden pasar por acá.
Antes de pasar a la sección exclusiva para suscriptores, quiero dejar un párrafo o dos que en la última semana entendí como necesarios o interesantes. Cuando mandé la última edición gratuita de equipo newsletter recibí un mensaje de Flor, fellow newsletterista y alumna de mi taller de Terapia Creativa. Flor me comentó un poco sobre su experiencia de usuaria en palabras que voy a citar usando mi memoria porque Instagram no me deja volver a escuchar los audios. “Me pasó, cuando vi el mail, que la propuesta me interesó mucho, y muchos de los newsletters que se proponían me parecían súper interesantes, pero últimamente mi bandeja de entrada es un espacio ocupado y no me sentí segura de suscribirme a ninguno de los newsletters porque no estoy segura de querer darle mi tiempo y mi atención si no termino de entender qué ofrecen. Como que necesito conocerlos primero, no?” No sé si esta es su experiencia, pero en mi caso la entiendo perfectamente. Cuando empecé a familiarizarme con Substack, me volví bastante recelosa a la hora de darle mi mail a las publicaciones que encontraba y me parecían interesantes. Mi bandeja de entrada, como la de Flor, es un espacio que muchas veces me genera estrés. La idea de tener más personas escribiéndome me incomodaba pero, como también quería estudiar el universo Substack, no terminaba de encontrarle la vuelta. Me interesa saber qué pensás vos.
Pensar en forma de tweets y mirar la vida en fotos son algunos de los síntomas de haber pasado más de una década crónicamente en línea. Podría escribir sobre esto en más detalle pero no es el punto hoy. El punto hoy es que muchos de nosotros perdimos el hábito de leer y lo reemplazamos por interactuar. Si no es en forma de libro, no podemos vincularnos con un texto como meros lectores. Por eso reaccionamos a posteos, respondemos a un newsletter, citamos artículos. Nos ponemos, de forma tan innecesaria como involuntaria, en un lugar de respuesta obligada. No me parece raro, entonces, que nos cueste tanto pensar en espacios digitales que piden otro tipo de compromiso. Espacios, como Substack, que no requieran de nosotros una reacción inmediata ni una constancia responsable.
Creo que con los newsletters lo mejor es pensarse como lector y no usuario activo. Substack no es una red social. Es un espacio de expresión y encuentro, sí, y tiene muchas cosas que generan las mismas sensaciones negativas y positivas que una red social, pero no se guía con las mismas reglas. En mi opinión, se parece más a recibir los diarios un domingo. No nos alcanza el día para leer todas las noticias pero nunca buscamos hacerlo. Cuando yo entro a Substack, yo escaneo, elijo, descarto, escucho, digiero, traslado las palabras a mi ámbito real. A diferencia de Instagram, Twitter o mi bandeja de entrada donde de alguna manera siempre respondo.
Hace ya dos años que uso y juego con esta plataforma y pensé que podía dejar algunas palabras para que la experiencia fuese para ustedes tan amena como es para mí, si les interesa usarla como yo la uso.
Si venís acá a escribir, presentarse es importante. Yo no soy la mejor para hablar de esto porque fui haciendo todo de forma muy desorganizada e intuitiva, pero en mi rol de “haz lo que yo digo mas no lo que yo hago”, recomiendo que le prestes atención al título y explicación de tu publicación. Es verdad que no vas a poder consolidar todo en poquitos caracteres, pero creo que ayuda a que la gente te de su voto de confianza y te conozca un poco. Te muestro, por ejemplo, la presentación de Todas Nuestras Palabras.
Si venís acá a leer, investigá la app. Creo que ya hablé de esto en la primera edición de esta sección pero en mi caso, los mails existen solo como notificaciones. Jamás leo desde mi Outlook porque es mi lugar de trabajo y no me permite concentrarme en lo que quiero leer. Yo recibo los mails y los archivo apenas llegan, pero los tomo como un aviso. Este creador que me gusta escribió algo, buenísimo. No hay urgencia en la lectura, porque sé que todo está en la app y que va a esperarme para cuando quiera leerlo.
Renunciá a cumplir. No vas a poder leer todo lo que escriben los creadores que te gustan. Y está bien, tampoco es el punto! Es como intentar leer todas las noticias de un diario.
Separá un tiempo para la lectura. Uno de los motivos por los cuales Substack no funciona como red social es su falta de mindless scrolling. No es un espacio al cual vamos para desaburrirnos y dejar de pensar, o por lo menos no lo es para mí. Cuando entro a Substack, elijo qué quiero leer ese día. La app me permite ver cuántos minutos de lectura me lleva un artículo, lo cual es buenísimo si querés estar seguro de que vas a poder invertir ese tiempo en la lectura. Muchas veces, honestamente, no puedo leer. A veces prefiero estar en Instagram o Twitter o escuchando música. No es malo. Para mí, leer demanda una concentración y una intención que las redes sociales no me piden. Por lo general, recurro a Substack a la mañana o cuando salgo a tomar un café. No es una app a la que entre todo el tiempo buscando algo con lo cual interactuar porque sé que no es lo que voy a encontrar en ella.
No es otro espacio con el cual cumplir. A diferencia de mi bandeja de entrada, Substack no se me presenta como una obligación o un espacio con propuestas pendientes. La siento, un poco, como una biblioteca personal. Por eso la idea de que se acumulen publicaciones sin leer no me angustia ni me molesta. No me alcanza la vida para comprometerme con todo lo que quiero leer. Tengo, en este momento, cuarenta libros en mi pila de libros sin empezar. Sé que seguramente no llegue a leer todo lo que ya tengo para leer este año pero sin embargo, cuando encuentro uno que me gusta, lo compro porque quizás llegue el momento. No los leo en el orden en el que los compro, sino como los voy sintiendo. Lo mismo me pasa con los newsletters. Cuando entro a la app, analizo mi humor y mi energía y le doy mi tiempo a lo que en ese momento se siente interesante.
Demanda compromiso y concentración. Actualmente estoy suscrita a 42 publicaciones gratuitas y pago 3 suscripciones. Por semana recibo alrededor de 10 newsletters, más o menos. ¿Tengo tiempo de leer todos? Por supuesto que no. Mi método personal es bastante intuitivo. Muchas veces leo un título que me interesa, hago la prueba de leer ese newsletter en particular en un periodo de tiempo que pueda dedicarle, y si descubro que me gusta cómo escribe la persona seguramente elija leer lo que escribe en el futuro. A veces, sin embargo, recibo muchos newsletters la misma semana y dejo de lado los que menos me llaman la atención en esa ocasión particular. Que no lea no significa que no me interese o, mejor dicho, no puedo leer todo lo que escribe la gente que para mí escribe bien, por lo cual me permito dejar pasar columnas enteras si así lo siento.
Doy el beneficio de la duda. Si la premisa de una publicación me interesa, lo más probable es que me suscriba. Quizás desde el momento de la suscripción hasta que realmente me siento a leer algo pasen semanas, pero esto es parte del juego. Prefiero dejarlos en mi inicio de Substack sin ser leídos a desuscribirme o no suscribirme en un primer momento. Por lo menos yo disfruto de tener una pila de cosas que puedo leer si quiero, aunque sepa de entrada que no es posible llegar a leer todo.
Nos veo cada tanto preguntándonos a dónde ir cuando no quede nadie quede en las redes sociales. No creo que este momento llegue. Las películas dicen que en el fin del mundo seguirán existiendo personas o zombies dando vueltas por los cines y los bancos. No los juzgo, a mí también me da miedo quedarme sola. Supongo que por eso vuelvo a los lugares donde sé que alguna vez encontré compañía. Quizás soy optimista, pero pienso que tienen que existir otros que quizás no conocemos. Phoebe Bridgers dice “either way, we’re not alone; I’ll find a new place to be from” y yo siento ganas de seguirla en la búsqueda. Si viene el fin del mundo digital, me van a encontrar en este espacio, leyendo o escribiendo. Somos pocos, es verdad, pero hay silencio y mucho lugar.
En la edición paga que encontrarán a continuación incluí tres publicaciones de Substack que hablan sobre alejarse de Instagram de una forma sana y no prohibitiva. Les dejé algunas preguntas que pueden contestar en comentarios para que repiensen su vínculo con los espacios digitales. También van a encontrar la pregunta anónima de marzo, que es la siguiente:
¿Cómo encontramos la constancia para no abandonar el proyecto a la primera de cambio?