La primera noche fue tétrica, el primer mes fue agotador, pero en el medio de estos dos puntos existió una primera quincena brillante, nueva, una invitación que explotó al ser abierta. Vuelvo seguido a esta primera quincena, los catorce días en los que recorrí de punta a punta la ciudad que había elegido. El tiempo se había hecho líquido, incontenible. Las horas se escurrían en cuestión de segundos, o se acumulaban, inundándolo todo, convirtiendo una tarde en una vida entera. De todos esos días, recuerdo particularmente un viernes, cruzando la línea Northern para llegar al centro. En Primark compré sábanas, un acolchado, un poncho de Bugs Bunny que todavía uso cuando hace frío. Tenía hambre, así que pasé por Joe and the Juice y me compré un sándwich de palta que costaba mucho más de lo que valía, pero me permitía sentarme contra la ventana a ver la gente pasar. De vuelta hacia la estación, pasé por un pub que desembocaba en Carnaby Street, y caminé más despacio para ver a los grupos de personas que estaban tomando de pie, apoyados en las ventanas, aprovechando que el frío llega a marzo cansado de dar azotes y se vuelve más manso.
Londres es a simple vista una ciudad abierta, pero quien ha recorrido sus calles con ojos frescos sabe que esconde mucho más de lo que entrega. El que se anima a reconocerlo entiende, rápidamente, que no alcanza con estar ahí, en cuerpo presente, para que a la ciudad le importe. Tenés que volverte parte, insertarte en el cableado de energía que la mantiene viva. Dar para recibir, entregarle tu tiempo para que te regale sus secretos. Ese viernes yo fui consciente de mi propia irrelevancia y sentí por primera y última vez ganas de ser alguien más, un alguien más concreto. Caminando despacito al lado de esa, deseé meterme en sus cuerpos, todos y cualquiera de ellos. Deseé tener amigos con los cuales estar parada afuera de un pub tomando cerveza, deseé tener un trabajo que me dejara cansada al final de un viernes, deseé ser parte de la marea de gente que existía en esa ciudad nueva e inabarcable que había elegido.