El mes pasado expliqué que este año los newsletters, a diferencia de los anteriores, estaban planeados de antemano. Las palabras temáticas que me iban a acompañar habían bajado todas juntas una tarde de noviembre, y no había hecho más que organizarlas sin pensarlo mucho, alternando las temáticas pesadas con algunas más livianas, las metafóricas con las concretas. A febrero le toca el movimiento. Lo sé hace meses. El movimiento puede ser cualquier cosa, y por eso cuando lo elegí como tema me ayudé con una aclaración que recordaría a la hora de escribir: movement as change. Al mes de febrero, sé hace meses, le tocaba el cambio. Qué justo, pienso ahora. Como si de alguna manera hubiese sabido lo que me iba a tocar vivir. A febrero le está tocando el movimiento no solo en este newsletter sino en mi vida. Lo que hace tan solo semanas parecía estable, incuestionable, hoy dejó de serlo. Este va a ser mi último mes viviendo en Londres hasta nuevo aviso. No quiero hablar de las razones más que en la columna que ya escribí sobre el tema, pero se me hace imposible escribir este newsletter sin tocarlo, aunque sea superficialmente. De pronto, el movimiento está presente en todas las áreas de mi vida. Mis vínculos, mi trabajo, mis palabras, mis planes. Todo lo que se entendía verdadero hoy existe desdibujado. Se quebró la certeza. Me estoy moviendo, y no sé cómo sentirme al respecto.
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En foco: El Arte del Newsletter, un taller on demand para que te desarrolles en el oficio de la escritura y construyas una audiencia online
Especial de este mes: ¿Cómo te comprometés con la escritura? - mirá el quinto encuentro grupal de 💌 equipo newsletter 💌
Dije que no quiero hablar de las razones pero sí diré que no dependen de mí. Las decisiones son propias pero las circunstancias son como el clima: nadie las controla, y quien cree que puede hacerlo es un farsante. Entonces, sí, yo soy la que estaría tomando la decisión de dejar esta ciudad, de un mes para el otro, pero lo estoy haciendo como quien se refugia de la lluvia. Si fuera por mí, estaría en el parque, o lo que en esta metáfora se entiende como acá, en esta ciudad. Si fuera por mí me quedaría. Pero no todo pasa por mí, incluso cuando algo me afecta directamente a mí, y la adultez es tomar decisiones que no habrías imaginado tomar nunca porque entendés que son las correctas. Si fuera por mí, no me iría, pero por mí sé que tengo que hacerlo. Para estar bien, para estar tranquila, para recordar cómo es que quiero hacer las cosas. Para recuperar un sentido de la seguridad que se quebró y parece no volver a recomponerse. Cuanto más imagino la vida que me tocaría tener durante el próximo año lejos de esta ciudad, más me gusta. Todavía hay posibilidades de salvar algunas situaciones pero yo decidí que esta mudanza se va a concretar igual, que pase lo que pase y se salve lo que se salve yo me voy a ir. Es extraño. Quiero quedarme pero sé que tengo que irme. Quiero que me hagan irme, porque si depende de mí, voy a quedarme y ya es momento de moverme. Ya es momento de cambiar.
Para esta edición voy a pensar en voz alta. Los entrevistadores anónimos se van, y llega en su lugar la edición gratuita de Equipo Newsletter. Como hace algunos meses, les traigo una receta de la casa, un club de cine por escrito y un poco de escritura terapéutica.
Pensando en voz alta
En los años que llevo estando en internet desarrollé un mecanismo de defensa hacia dos cosas: las personas que creen que odiar la astrología es una personalidad y las personas que creen que me conocen porque entienden algunas cosas de mi carta natal. Bueno, en este momento, y por amor a las metáforas, me inmolo ante ambos y declaro que tengo Marte en Cáncer y Venus en Capricornio. A veces esto no significa nada pero en el esquema de lo que quiero decir hoy tiene sentido. Mi deseo es lo estable, lo seguro, y para llegar a eso me dejo guiar por mis sentimientos. También podría haberlo dicho sin usar la posición de mis planetas, pero este es el mes del movimiento, y Cáncer es un signo de agua, y no existe elemento más vulnerable a los movimientos que el agua. ¿Ven? Metáforas.
Cuando se entienden algunas cosas se acomoda incluso aquello que parecía no tener sentido. No tiene sentido que yo busque siempre los cambios, que siempre me esté moviendo, sobre todo cuando soy una persona que ama aquello que es confiable y predecible, pero así son las cosas. Sueño con una vida donde la verdad me abrace y me contenga, donde las preguntas que me toca responder ya estén resueltas. No me siento incómoda en las conclusiones, no me parece aburrido lo rutinario. Y sin embargo, la única forma que conozco de buscar esa paz es siguiendo lo que me pasa adentro, que es impredecible, incontrolable y muchas veces ilógico. Quería vivir en un lugar que se sintiera mío y me mudé a una ciudad donde no conocía a nadie. Quería un trabajo que se me sintiera seguro y me dediqué a algo que nunca sé cómo especificar en un CV. Quería un amor que no se fuera a ir a ningún lado y me enamoré de un hombre que sabe defender su independencia. No tiene sentido pero cuando se entienden algunas cosas el panorama se acomoda. En Londres pude despegarme de esas creencias que no terminaba de creerme y gracias a eso armé una vida directamente relacionada a lo que con certeza me gusta. Mi trabajo es lo que yo quiero que sea y gracias a eso voy a poder hacerlo durante muchos años. El amor de mi vida es un hombre que no me necesita y sin embargo me elige, y gracias a eso sé que no tengo por qué tener miedo de que se vaya de un día para el otro. Entonces, no, no tiene sentido, pero funciona para mí y esto es algo.
¿Querés conocer nuestra comunidad? Este mes Terapia Creativa tiene clases temáticas para que trabajes la temática de este newsletter y te conectes con otras personas que compartan tus búsquedas e intereses. AHORA TENEMOS UN GRUPO NUEVO LOS MARTES 18:30hs ARG - NO FALTES! Te esperamos en nuestra clase abierta, si querés sumarte.
En este momento de mi vida la estabilidad que deseo es la más clásica de todas: quiero una casa, una familia, un jardín donde plantar flores. Quiero poder comprar un juego de platos a conciencia, eligiendo los que parece que van a durar. Quiero poder quedarme quieta en un lugar, saber que no me a voy a mover más, pero para hacer eso, en este momento me toca moverme. “A veces hay que irse un poco al costado antes de ir hacia adelante” es la traducción casera de lo que me dice mi novio mientras lloro en el teléfono y le digo que no quiero. No quiero tener que dejar mi casa, ese hogar que me construí en esta ciudad hostil. No quiero dejar de ver mi árbol favorito por la ventana, no quiero dejar de sentarme en esa mesa de un café en la que me senté tantos viernes a escribir, no quiero pensar en un verano sin la posibilidad de ir al Ladies’ Pond, mi lugar favorito en la ciudad. Pero me toca sentarme con la realidad y la realidad es que si pude construir un hogar puedo construir dos o tres o los que sean, y el árbol que miro por la ventana ni siquiera está en mi jardín, y esa mesa que tanto me gusta a veces estaba ocupada y no me quedaba otra opción que irme al Starbucks de al lado donde siempre pasan música pop horrible y al Ladies’ Pond no me metí en todo el verano pasado. Y es un duelo que me toca hacer antes de lo que esperaba pero siempre supe que me iba a tocar hacerlo. Y quizás es mi culpa por encariñarme con cosas que sé que no van a durar para siempre o quizás es que vivir siempre es así de difícil. Hace un tiempo leí que los humanos necesitamos negar la muerte todos los días de nuestra vida porque si no vivir se hace imposible. Y quizás esto es lo que estuve haciendo hasta ahora y lo que hago todo el tiempo: negar la muerte inminente de una vida en transición, unos años de búsqueda que se iban a terminar naturalmente cuando encontrara eso que estaba buscando.
¿Conocés nuestro espacio digital inclusivo para aquellos que buscan formar comunidad y desarrollarse en el oficio de la escritura sin depender de las redes sociales? Te ofrecemos una variedad de propuestas que buscan adaptarse a tu interés, tu compromiso y tu bolsillo: contenido gratuito, reuniones mensuales, un taller y más.
El movimiento como cambio me llama este febrero. Me toca escribir sobre lo único que quiero escribir. Este mes vi The Good Place por segunda vez y lloré con la metáfora budista que mencionan en el último capítulo. “Picture a wave in the ocean: you can see it, measure it, its height, the way the sunlight refracts… and then it crashes on the shore and then it's gone. But the water is still there.” Entonces quizás, si seguimos extendiendo las metáforas, el presente siempre es la ola. Se entiende, a veces, incluso cuando las cosas no tienen sentido, y podemos analizarlo incansablemente y hacerlo cuadrar en nuestros cálculos, pero siempre se está moviendo, y cuando llega a la orilla ya no está más. Y el agua, el agua es el deseo y también es el duelo. Es el amor por lo que hacemos y las personas que tenemos cerca. Es la satisfacción de hacer algo en lo que somos buenos y el dolor de que a veces el esfuerzo no sea suficiente. Es ese momento en el que la luz cae sobre una planta o pasa una brisa y el aire cobra la temperatura perfecta y todas las partes de vos se acomodan y también es ese momento en el cual alguien menciona un nombre que para vos es el dolor entero o abrís el pan que tenías pensado comer en el desayuno y descubrís que tiene hongos y sentís que nadie te entiende y que en el centro del mundo espera un agujero negro que reclama tu alma y te puede tragar en cualquier momento. El agua, que es todo eso, se convierte en una ola que por un segundo parece tener sentido, en un presente que se entiende como verdadero, que puede durar un día o cinco años, pero nunca deja de moverse, y eventualmente llega a la orilla, y desaparece. Desaparece pero el agua sigue estando. Está en cada ola, en cada presente.
Te pregunto, entonces:
Equipo Newsletter - edición gratuita
Una de mis metas de 2024 es utilizar Substack de una manera más efectiva. No quiero generar ruido, sino dar sentido. Por eso, la sección gratuita de Equipo Newsletter se muda a este newsletter, reemplazando a los entrevistadores anónimos que tuvimos el año anterior.
Para los lectores
Elegir qué newsletters seguir es difícil, así que les traigo recomendaciones personales con publicaciones que nutrieron mi mes.
Mi newsletter en español favorito de los últimos 30 días: esta carta de
que me caló profundo.Un newsletter que está empezando a nacer: esta nueva sección auditiva de Humans in the Making, para que aprovechen a
en más de un formato.Todas las publicaciones que forman parte de nuestro equipo (dejá tu publicación en comentarios si querés que te agreguemos al equipo!)
Para los escritores
Convocatorias abiertas:
La idea detrás de formar un equipo newsletter fue la de conectar, amplificar voces y generar comunidad. En el pasado, el taller de Terapia Creativa que coordino solía tener su competencia interna, y extraño darle ese espacio a los creativos que me leen y me acompañan. Ahora, este newsletter tiene convocatorias abiertas para que ustedes puedan ser leídos.
El primer texto ganador de este 2024 viene de la mano de
que nos trae Reina, duende y peluche. Elegí el relato de Ángela por sus imágenes poéticas y el balance que logra al soltar su pluma sin que el texto de estar anclado en la realidad. El espejo tiene su propio contraste, se desea y se teme. La sensibilidad de Ángela, constante en sus textos, se hace presente en este relato que no podía dejar de formar parte de Todas Nuestras Palabras.Reina, duende y peluche
Disponerse delante.
La mirada atenta, abierta a la incertidumbre que reverbera en la contracción de la musculatura. La imagen borrosa, el escudo preparado, el reverso tapado. Las composturas listas para brillar, deslumbrando cualquier atisbo de realidad
El cerebro rastreando patrones, lo conocido. Va rellenando los huecos que se quedan en suspenso, esperando la sintonización de los cuerpos.
Atravesar la incomodidad del vínculo, de los juicios introyectados que se evidencian en el estar frente a frente, con lo que hay. La herida de tener que demostrar, que agradar, que entretener. Las torpezas y los desperfectos, las cornisas golpeadas que se muestran amenazantes.
Y el alma que se mantiene expectante a la conexión, a la verdad. Vernos con la claridad del agua con un cielo despejado. Solo respirando. Sin palabras que describan lo que hay.
Ser espejo me recuerda una y otra vez que soy humana.
Me abre los cajones cerrados, desplegando sensaciones y pensamientos guardadosDe pequeña me daban miedo, me habían contado historias de espíritus y madrastras que envenenaron la experiencia de encontrarme con tal temido objeto.
Quizás toda esa narrativa representaba el terror de observar la sombra, el vacío y el misterio. Eso que se muestra de forma clara al mirarme, al mirarte. Una identidad que se diluye cuando la forma esconde espejismos de supervivencia.
(Por la ausencia de habernos observado sinceramente en aquellos encuentros).
Abro los ojos grandes, asustada por recordarme sola y fragmentada. Tengo miedo de reconocer que tú también lo has estado y que la memoria aparezca. Una voz lejana insiste en remarcar los defectos, las ojeras, las manchas, la insuficiencia que lleva por sello esta sociedad. No ser la muñeca de porcelana que sí se merece la aprobación.
Los filtros de instagram, las apariencias, el maquillaje, la razón y las expectativas.
Qué ganas de coger un limpiacristales y quitar todas esas gotas pegadas.
A veces puedo romper el hechizo convirtiéndome en uno con forma de corazón, como el que me encontré la semana pasada en una tienda.
Lo genuino y lo sencillo relaja lo profundo.
Descubrir el matiz que se asoma en el gesto congelado. La curiosidad suaviza poder conocer ese aspecto escondido que informa el inframundo no visitado. Al volver de ese viaje se esboza un nuevo movimiento que resplandece y flexibiliza la sonrisa.
La belleza de la transformación en la contemplación. Ser cielo cambiante y complejo.
Jugar a ser reina, duende y peluche.
La próxima convocatoria tiene como temática NATURALEZA, el tema del próximo newsletter. Tenés tiempo de participar con tu texto hasta el 15/04. Leé la información completa para saber más.
Encuentros grupales en Zoom:
Nuestro archivo completo incluye la grabación de cinco encuentro grupales donde debatimos algunas temáticas como ¿cómo definirías tu práctica?, ¿buscás la inspiración o dejás que ella te encuentre?, ¿qué rol tienen tus palabras?, ¿dónde encontrás la confianza para publicar y ¿cómo te comprometés con la escritura? Podés acceder a todos estos encuentros y sumarte a los que sigan por solo £5 al mes o £40 al año, y podés cancelar tu suscripción en cualquier momento.
El Arte del Newsletter, un taller on demand:
Quizás tu estilo es más bien autodidacta y no querés necesariamente trabajar en equipo. Está bien! Ahora tenemos un taller on demand llamado El Arte del Newsletter, y todos sus módulos ya están disponibles.
En palabras de una persona que ya pasó por este taller:
“Compartiste conceptos muy importantes. Y siempre hay comentarios que, quizás parecerían obvios, pero a veces una necesita escucharlos para empezar a ponerlos en práctica.
Yo siento que leerte acrecientan mis ganas de escribir y me hace escribir mejor. Haciendo este taller esas ganas aumentan aún más y la confianza en lo que estoy haciendo también.”
¿Tenés alguna pregunta sobre cómo funciona este espacio? Escribinos a info@todonuestrots.com y te contamos más.
Mi objetivo primordial, hace cuatro años, es el de unir escritores y darles una plataforma para que puedan expresarse. Hoy les traigo una receta, una reseña y un ejercicio de escritura terapéutica. Todas nuestras palabras, para ustedes.
La nueva incorporación a este espacio es
, que forma parte de mis talleres desde hace años y que en marzo va a abrir su propio grupo de Terapia Creativa. Después de tomar mentorías conmigo por mucho tiempo, y cargando años de docencia encima, Sofi se acerca a nosotros incorporando esta faceta nueva que puede acompañar a escritores en su proceso. Pueden sumarse a tomar clases con ella el próximo martes 5 de marzo a las 18:30 (tenemos clase abierta disponible!) en este horario ideal de after office argentino y leer a continuación su interpretación del movimiento, a través de un texto que captura su esencia y su brillante mente.No estar en, sino ser el movimiento
Como suele suceder, desde que empecé a prestarle atención a la palabra movimiento, me aparece en todos lados. Estoy de viaje, así que no tengo a mano todos mis cuadernos. Si estuviera en casa, elegiría cuidadosamente uno que de alguna manera tenga que ver con el movimiento, buscaría la lapicera perfecta para escribir sobre él, y empezaría a bajar ideas. Pero lo único que tengo a mano es mi celular y, cuando no me queda alternativa, es mi mejor lienzo.
Escribo y escribo todos los días un poco y me lo mando a un chat conmigo misma. Algunas notas tienen hasta un tinte poético. Otras no tienen ni coherencia. Son palabras sueltas, frases que creo que en algún momento me van a servir. Percibo el movimiento, o lo recuerdo, y anoto. Todo lo anoto. Pienso “cuando vuelva a casa voy a ordenar estas ideas”. Pronto descubriré que creer eso es un grave error: el movimiento no puede ser controlado.
Quiero hablar de varias cosas, eso lo tengo claro. Vamos a ver si logro moverme entre ellas.
…
Miro el lago todos los días durante varios días y descubro que donde creí que había quietud, en verdad hay movimiento. Si miro el paisaje desde lejos, veo un cuadro. El lago y el cielo no son más que pinceladas. Pero me acerco y todo se mueve. El lago no está tan calmo como parecía; su oleaje tiene un vaivén, suave pero constante. En la orilla, las hojas de los árboles bailan al ritmo del viento. Aún así, en medio de tanto movimiento, me invade la calma. Pienso entonces en las veces que confundí quietud con calma.
Estoy en la orilla que, aún con su movimiento, suele ser la parte más tranquila, la más cálida incluso. Ahí, donde mueren las olas, donde todo es seguro, ahí es donde me gusta estar. Me gusta la comodidad, el saber qué va a pasar, me gusta saber que si no aguanto más el frío del agua, me puedo ir enseguida. Pero cuanto más tiempo paso en la orilla, menos me pesa el frío, y más cómoda me siento. Me doy cuenta de que es por eso que me gustan más los lagos que el mar. El mar es impredecible. Ahí el movimiento puede ser tanto que se transforma en caos y te desestabiliza.
Me veo ahora en la orilla del mar, sé que tengo que soltar el control entonces tomo valor, me enfrento a la furia de las olas, atravieso la intensidad de su movimiento, y encuentro, después del caos, la calma. Pasando las olas, cualquier mar es un lago. Donde nacen las olas no hace falta enfrentarlas, solo saltarlas, acompañarlas.
El mar puede ser más aterrador que un lago, pero solo hay que entender su movimiento.
Pienso ahora en cómo me relaciono con el movimiento, y lo siento muy ajeno. Muchas de las actividades que me gustan tienen que ver con la quietud: leer, escribir, hacer yoga. Encuentro entre mis notas desordenadas la palabra equilibrio, y recuerdo que en yoga solemos hablar mucho del equilibrio. La profesora nos pregunta si el equilibrio es estático o dinámico y yo, si me apresuro a responder en mi cabeza, pienso que es estático. Lo pienso como una casa recién ordenada, quieta, como un museo. Lo imagino como la fotografía del instante en el que un acróbata logra el equilibrio, ahí cuando no tambalea. Pero la profesora nos hace visualizar la imagen de una persona andando en bicicleta, y entiendo casi como una revelación que solo gracias al movimiento se puede lograr el equilibrio. Drexler diría que estamos vivos porque estamos en movimiento, y yo a partir de ahora intento recordar al ciclista para aprenderme este mantra.
Pienso por último en una forma muy clara del movimiento, la danza. Dentro de mi estructura, lo visualizo como una coreografía que hay que seguir: cuando sé los pasos, me es sencillo; cuando tengo que improvisar, me paralizo. Qué paradoja, qué atrevimiento, desafiar así al movimiento. Intento una vez, soltar el control y veo que, cuando me dejo llevar, me encuentro con movimientos propios, orgánicos, placenteros. Encuentro mi propia coreografía.
Entiendo ahora que el movimiento no es algo que me corresponda a mí enfrentar o negar. Solo tengo que confiar y estar más abierta a percibirlo, para ver cómo acompañarlo. Para estar en calma no necesito estar quieta, sino que tengo que fluir con el movimiento que me rodea. Si hay olas, saltarlas. Si estoy en una postura incómoda, balancearme. Si estoy bailando, dejarme llevar. Citando una vez más a Drexler, no estar en, sino ser el movimiento.
Como todos los meses,
nos trae una receta narrativa para que incorpores la temática de este newsletter en tu cocina y reclames las hornallas como un espacio creativo.Transformar lo mundano en extraordinario
Cinco de la mañana. Suena el despertador en San Clemente, California. Convenientemente, la noche anterior dejamos todo resuelto. Por mi parte, acomodé la bikini sobre la silla y armé el bolso playero con protector solar, libro y sombrero. Juntos cargamos el Jeep con el longboard, el anafe y la caja de utensilios de camping. En la cocina, la heladerita transportable espera abierta que la llenemos entredormides con los ingredientes que adquirimos con antelación.
Todavía está oscuro cuando cargo el termo para el mate y lo sumo a la canasta con la yerba. Me lavo la cara y los dientes y deposito mi cuerpo en el asiento del acompañante. Mi hermano se une poco después. No emitimos palabra durante el trayecto hacia San Onofre State Beach. Llegamos rápido porque a esa hora todavía hay poco tráfico. Sin embargo, la fila para ingresar ya da varias vueltas. Después de un breve conteo de los autos que nos preceden, concluimos que lograremos entrar en la primera tanda, cuando abran a las 6 a. m.
Armo el mate y lo cebo todavía en silencio, ahora con reggae suave de fondo. Comienza a amanecer de a poquito, del lado de la ruta. Aún me resulta raro que el sol no salga por el mar. Soy hija del Atlántico y eso se lleva adentro eternamente, parece.
Ya con la claridad del día, el estacionamiento comienza a recibirnos. Somos una caravana cuyo final y principio no alcanzo a divisar. “San O”, como apodan a esta playa, es popular mundialmente por sus olas, pero a mí me seduce porque podemos bajar con el coche a la arena. Apenas encontramos un lugar disponible, él se va a surfear y yo me duermo una regia siesta en la reposera, aún con la camperita de algodón puesta. Me despierto recién cuando el sol comienza a pegar fuerte y tengo calor.
Sin pausa pero sin prisa, armo la mise en place en la parte trasera del Jeep. Sacudo la arena de mi espacio de trabajo con las manos y despliego los pocos elementos que tengo a disposición. Voy a preparar un desayuno sencillo, sabiendo que disfrutarlo con los pies en la arena potenciará los demás sentidos.
El cambio de entorno me cambia a mí, cambia cómo interactúo con los ingredientes. Cambia, incluso, mis expectativas respecto del plato final. Abandono transitoriamente la mesada de mármol impoluta para experimentar sobre una estructura de metal anexada a la puerta del baúl. El movimiento altera los factores lo suficiente para convertir lo mundano en extraordinario.
Los huevos revueltos llevan pocos ingredientes, pero exigen una buena técnica. Sé que cargo este saber en las manos donde quiera que vaya. Confío en que puedo recurrir a él en distintas situaciones, incluso cuando mi único utensilio disponible sea una sartencita de camping medio enclenque.
Huevos revueltos perfectos
Ingredientes (para 1 porción):
· 2 huevos
· ️1 cda de manteca
· Sal y pimienta negra
Preparación:
En una sartén (antiadherente si cocinás en casa, o de batalla si estás en movimiento como yo), batir ligeramente los huevos con sal y pimienta fuera del fuego. Sumar la cucharada de manteca y llevar a la hornalla a fuego medio-bajo, revolviendo constantemente con cuchara de madera o espátula. Cuando comienza a coagular, bajar el fuego a mínimo y seguir revolviendo suavemente. No dejes de revolver ni te despegues de la sartén.
Cuando te parezca que casi están, apagá el fuego. Si los sacás de la hornalla cuando ya están totalmente hechos, van a llegar secos al plato. Seguirán cocinándose por la temperatura remanente, así que confiá en mí y retiralos del calor cuando aún los ves jugosos. Cuando te sientes a comer 5 minutos después, van a estar perfectos.
Servir con más pimienta negra recién molida por encima. Completar con lo que más te guste (en mi caso palta, tomate y una tortilla de trigo).
Los Soñadores (2003): la revolución desde adentro
Hace meses que hay algo en movimiento. Se siente en las redes, se ve en las caras, se escucha en las calles. Y es que hay una necesidad (aunque quizá vencida por el cansancio y el descreimiento) de revolución, y como en revoluciones no son segundos, me remito a Francia para hablar de Los soñadores (2003) de Bernardo Bertolucci. En un contexto sociopolítico y cultural donde una-vez-más se vuelve a poner en tela de juicio el rol del arte en la política, Los soñadores deja en claro que arte y política no existen una sin la otra.
Los Soñadores está ambientada en el París de 1968, cuando en la ciudad se sentían los primeros sacudones de la revolución estudiantil (el histórico Mayo Francés) y en el mundo retumbaban los riffs de Jimi Hendrix y las protestas contra la guerra de Vietnam. En las puertas clausuradas de La Cinémathèque française, Matthew (Michael Pitt), un solitario estudiante de intercambio de California, conoce a los mellizos Theo (Louis Garrel) e Isabelle (Eva Green). A raíz de su amor compartido por el cine, germina entre los tres otro tipo de amor, uno que va más allá de lo esperado.
Con esta película, Bertolucci compone una oda al cine de la primera mitad del siglo XX siguiendo la marcha de una revolución social en ebullición que acompaña desde afuera la revolución sexual de nuestros tres protagonistas. A pesar de ser una película explícita digna de la programación nocturna de I·Sat, Los soñadores es, en cierto modo, una coming of age con todos los elementos habituales de una película del género (crecer, cambiar, entenderse, adaptarse), pero con un distintivo sello francés de cine, arte, sensualidad y liberación.
Matthew, sin amigos en la ciudad y temeroso pero curioso, se deja seducir por el encanto de Theo e Isabelle, quienes no tardan en darle la bienvenida a su pequeño e idealista mundo, un departamento de la bourgeoisie en el que no rigen las reglas ni domina el pudor. Los días dejan de ser días para ser un trance idílico y erótico donde la realidad no tiene lugar. Pero la interminable guerra en Vietnam, el descontento social en la ciudad y los ideales de lucha ponen en jaque al trío en más de una ocasión, ya sea entre burbujas de jabón o bombas molotov. Hasta que la manifestación avanza sobre las calles de París y estalla dentro de la intimidad de estos tres jóvenes amantes del cine y de ellos mismos, y la urgencia de hacer algo los despierta de su sopor burgués y hedonista. Al final, es la paz lo que termina por romper el mimetismo del trío y los desprende en individuos con valores e ideales propios. La revolución explota y el resto es historia.
Hoy, medio siglo después y de este lado del charco, se está gestando un cambio y no necesariamente hacia algo mejor. Lejos de cualquier idealismo en el que podría encontrarme a mis casi 35, veo a diario la necesidad de movimiento, ya sea un impulso interno en mí que me permita vivir y disfrutar, o un movimiento externo, que aun así no me es ajeno. Se está gestando un cambio y, como sea, no podemos quedarnos sin movernos.
Como hace algunos meses,
nos trae un poquito de escritura terapéutica para que no nos quedemos solo en el saber y pasemos al hacer a través de las palabras.Honrar lo inevitable
Everything becomes harder until we stop avoiding what's getting in the way. The longer you wait the higher the cost, reza una frase que guardé en mis notas sin el nombre del autor. Y es que el movimiento existe hasta cuando no nos damos cuenta. No hace falta pensar en lo increíble, como que la Tierra en la que vivimos se mueve constantemente. Nosotros, por más quietos que estemos, también nos movemos: las células oscilan todo el tiempo, y eso ya es, ya dictamina, un movimiento.
Pero el movimiento, el cambio, la transformación, están mal, ¿verdad? Eso es lo que nos han enseñado: elige una profesión para toda la vida, sostiene un estilo de vida, un hobby, una personalidad y hasta una forma de ser. Parece que lo único válido y correcto es lo que perdura, pero ¿a qué costo?, ¿cuánto nos vale sostener si lo hacemos a base de resistirnos a lo que necesita, tiene, exige cambiar? Lo más paradójico de esta situación, que aplica a los vínculos, al desarrollo personal, a los gustos, a la vida (a las células!). Cuanto más nos resistimos al movimiento, más nos endurecemos, y lo peor no es no poder apreciar lo bueno que hay en él, sino que, a pesar de la resistencia, el movimiento sucede igual. Es como el paso del tiempo: aunque te resistas, las flores se marchitan, los días pasan y te haces más grande.
Hoy te propongo moverte para escribir con honestidad. Lo mejor es hacerlo en solitario, así no nos ataca la vergüenza. Poné tu canción favorita para bailar y movete, por esos 2, 3 minutos, con los ojos cerrados. Aflojá los hombros, soltá la cadera, relajá la mandíbula. No necesitás ir a tiempo ni coordinar tus partes. Solo se trata de darle un poco más de movimiento a esas células y a la mente. Antes de empezar, prepará tu cuaderno (importante escribir a mano esta vez!) y, cuando termines, escribí sobre todas las sensaciones agradables que te dio el movimiento. ¿Se aflojaron las plantas de tus pies?, ¿te aparecían sonrisas en la cara de la nada?, ¿se escaparon algunas lágrimas?, ¿qué pensamientos sorpresa se aparecieron en tu mente?, ¿qué sentís que es posible, precisamente en este instante?
El movimiento, en pedacitos:
Algo que me tocó vivir: lo que por años fue mi constante —mi casa y mi espacio en West London—, dejó de serlo de la noche a la mañana. No se me ocurre movimiento más trascendental que el desarraigo. En esta época del año me lleno de aniversarios trascendentales, los más importantes mi llegada a Londres y el primer taller de escritura que di en 2020. Las fechas importantes nos demuestran que, incluso cuando nos sentimos atascados, el movimiento se hizo dueño de nosotros. Lo que me tocó vivir este mes fue la renuncia a quedarme quieta. Me estoy dejando llevar por el viento, que sabe mejor que yo para dónde ir.
Algo que disfruté leer: Jazz, de Toni Morrison, que voy a estar debatiendo dentro de poco en Releyendo, mi podcast club de lectura.
Algo que disfruté ver: Past Lives, que no es una película de amor, o por lo menos no me resultó eso a mí, sino una película sobre dejar la patria de uno. Me hizo acordar a eso que me dijo una vez un amigo: quien se fue y se convierte en diáspora, nunca deja de serlo. Lloré mucho, sobre todo con esta escena:
Algo que disfruté escuchar: esta canción, que habla del amor que algún día dejará de ser ola, pero seguirá siendo siempre agua.
Algo que te quiero compartir:
La última edición de Conversaciones en Borrador, donde hablo sobre por qué el autobombo está matando mi creatividad y algunos movimientos que estoy incorporando a mi vida.
La última edición de nuestro podcast Releyendo.
Algo para que sean parte de nuestra comunidad: en marzo vamos a explorar el movimiento a través de la escritura. Van a recibir un ejercicio para escribir usando la música de inspiración y cuatro consignas para trabajar la temática a través de un ensayo, un texto hilado, un relato de ficción y una propuesta de conexión con tu diario. En el club de lectura, nos juntaremos a debatir El tiempo es un canalla, de Jennifer Egan. Si quieren sumarse, pueden investigar cómo funciona Patreon y encontrar las propuestas del mes en este link.
Algo para que lleven la escritura al próximo nivel: la temática de este newsletter también se tocará en nuestros talleres de Terapia Creativa para Escritores. Cuatro clases de una hora (a veces más, a veces menos), la oportunidad de trabajar de forma individual y en parejas y debates abiertos sobre la temática mensual. AHORA TENEMOS UN GRUPO NUEVO LOS MARTES 18:30hs ARG - NO FALTES! Encontrás más info en nuestra página y te sumás al espacio contestando este mail.
El movimiento es contagioso. Algo, en algún lado de nosotros, empieza a desperezarse y naturalmente mueve lo que está cerca. Mis movimientos este mes no se limitaron solamente a una futura mudanza. El entorno lo cambia todo, marca un antes y un después. Ya no quiero seguir haciendo las cosas como las hice hasta ahora. Permitirme dudar de algo que hasta ahora parecía inamovible como mi residencia geográfica me trajo la posibilidad de contemplar cambios que hasta ahora no parecían posibles. Dicen que cuando se cierra una puerta se abre una ventana, pero yo estoy descubriendo qué pasa cuando todo está abierto y el aire corre libremente.
Lejos de tomar decisiones con el sombrero de empresaria puesto, me dejo llevar por lo que me dicta el deseo. Y mi deseo hoy es seguir escribiendo acá, todos los meses y todas las semanas, con más convicción que nunca. El trabajo que conlleva sostener el newsletter mensual es mucho más del que a veces contemplo, pero lo vale. Vale la pena poder darle un marco a mi trabajo y a mis pensamientos, colaborar con escritoras en las que creo y a quienes quiero seguir apoyando, sorprenderme cuando descubro que nuestros textos, escritos todos sin saber qué iba a decir la otra, se amalgaman para construir algo homogéneo y significativo. Ojalá los cambios no se lleven consigo mi amor por este lugar y por el desafío constante que me significa como escritora y humana.
Si tenés algo que decirme, ¿me escribís a txt.juana@gmail.com? Sería un honor leerte.
Si querés sumarte a la comunidad que tenemos en Substack y hacerte parte del equipo newsletter, sos bienvenido. Si no, nos veremos de vuelta en tan solo un mes.
Gracias por llegar hasta acá,
Juani
A continuación, te dejo algunos links útiles, que antes solías encontrar a lo largo del newsletter.
No es necesario tener mucho tiempo o energía para cultivar tu amor por la escritura. Si te acercás a nuestro Patreon vas a encontrar diferentes opciones para seguir creciendo en este campo. Este mes, vamos a seguir explorando la temática del newsletter. Si te interesó leerme hablando sobre el tema, imaginate qué interesante va a ser escribir.
Todas Nuestras Palabras tiene varias secciones que llegan a vos con diferente frecuencia. Para entender un poco más, pasá por nuestra página de presentación.
Si querés convertirte en parte de esta familia de desconocidos que ahora comparten una vida, sumate a nuestros talleres. Tenemos clases grupales, individuales y talleres asincrónicos. Conocé las distintas opciones.
Conocé nuestra casa vieja y leé los newsletters del 2020.
Este espacio funciona a base de amor por la propuesta, libros que leo para crecer todos los días un poco más y Coca Cola que me acompaña cuando tengo sueño. Si quieren ayudarme a solventar esos libritos y coquitas, pueden hacerlo desde cualquier parte del mundo o desde Argentina.
Me encanta ver cómo TNTS crece mes a mes 🫶🏼
Matisse y vuestras palabras un solo corazón