La palabra originalidad bajó a mí con más facilidad que algunas temáticas anteriores. Me gusta cuando pasa eso. Me gusta cuando sé de qué voy a hablar en este espacio y en esta ocasión esa certeza se me hizo cómoda. Algunas palabras han aparecido como amenazas (belleza, balances, culpa) pero no esta. Quiero hablar de la originalidad. Se me presenta como una de esas palabras llenas de un significado con el que no concuerdo y quiero romper con eso.
Links útiles: mis talleres de escritura, mentorías individuales, Patreon, recursos de escritura gratuitos, las mejores 15 ediciones de Todas Nuestras Palabras, membresía a precio subsidiado.
Ya dije en otra edición, quizás en las columnas de los jueves, que yo no prescribo mi vida. Puedo planificar una cena, un viaje, un proyecto a largo plazo, pero no decido qué es lo que quiero aprender o incorporar. Dejo que esto llegue a mí. No tengo miedo del vacío, no tengo miedo de que algo terrible venga a llenarlo. Me parece la única manera de romper con mi soberbia, esa que cree que yo sé más que los demás y que yo puedo con lo que ni siquiera el destino puede. Por eso, dejé que este año sea el año de lo que el mundo dictara. Si era un año de descanso, como el que dejé atrás en enero, estaría bien. Si era un año de crecimiento, lo aceptaría a regañadientes pero lo aceptaría al fin. No esperaba que fuese el año de la honestidad, pero llegando casi al noveno mes de gestación puedo dar a luz a algunas cosas y no me queda otra que admitir esto. Este es el año de lo crudo, lo real, todo lo que no es mentira.
A los artistas nos gusta hacernos los que no estamos en el mismo plano que el resto de los mortales, pero entre nosotros nos miramos y sabemos muy bien que es toda una fachada. Somos iguales o peores que los que se ponen un traje y una corbata para venderte casas o fondos de inversión. Entre nosotros nos vendemos algo que muchas veces no existe. Somos el emperador desnudo y somos los que están en el público jurando ver un traje. Le decimos originalidad y no nos da vergüenza participar de todo ese carnaval y yo no entiendo por qué pero sin embargo sé que soy parte. Yo también quiero que crean que soy original. Yo también quiero que me miren y suspiren.
Dije que este es el año de la honestidad y por eso hablar de originalidad se me hace necesario. Por un lado, porque no podría ser honesta sin explicar que la aspiración a ser original me ha moldeado mucho más de lo que yo quisiera admitir. Por el otro, porque ahora que pongo a la honestidad en lo más alto de la lista de cosas que busco encontrar en un artista, descubro que muchas veces la búsqueda de la originalidad se atraviesa y lo que sería un gran texto o una gran obra se vuelve un carnaval mentiroso de espuma que se deshace si la soplás.
¿Buscás sorprender o buscás conectar? Esta no es una pregunta que tengas que contestarme, pero no quiero dejar de hacerla. Me la hago a mí misma cada vez que me siento a escribir. Entiendo, al contestarla, si estoy yendo por el camino correcto, o si por el contrario tengo que dar un volantazo. Decir la verdad es no decir mentiras, y nosotros los artistas mentimos mucho cuando queremos volvernos alguien que no somos, alguien que no es nadie, alguien que no se ha visto antes. Nos desconectamos del otro y nos desconectamos de nosotros y terminamos haciendo algo que no tiene sentido, algo que quizás tiene la forma del arte pero está vacía de cualquier sentimiento. Qué desperdicio. Qué vergüenza.
Para esta edición voy a pensar en voz alta. También voy a responder algunas preguntas que ustedes me dejaron como entrevistadores anónimos. Como hace algunos meses, les traigo las palabras de una escritora amiga admirada, una receta de la casa y un club de cine por escrito.
Pensando en voz alta
La palabra “original” suele ser una de esas que siempre tienen un significado positivo. Originales son esos jeans que no son de la marca alternativa, porque original a veces significa “verdadero”, “auténtico”, “oficial”. Original es esa forma de maquillarse que tiene esa chica que acaba de subirse al tren, porque original a veces significa “único”, “innovador”, “nunca antes visto”. Original es esa canción que no suena igual a todas las demás, original es ese chico que se anima a usar una pollera sin que le importe lo que digan los demás.
Si viviste suficientes años de tu vida consumiendo o produciendo cualquier tipo de expresión artística sabés que ser original es algo a lo que uno aspira de forma natural, aunque no sea consciente de ello. Cuando ves en algún lado una idea parecida a la tuya te angustiás, porque de pronto eso que estabas trabajando pierde su valor. No importa, pensás. Yo puedo encarar esa idea desde otro lado. Todavía tengo tiempo de ser original.
¿Querés conocer nuestra comunidad? Ahora podés hacerlo sin compromiso, de forma gratuita. Registrate a la clase abierta a la comunidad de Terapia Creativa.
Se dijo y se repitió que ya está todo inventado. Yo sostengo que ya no tiene sentido hacer música porque David Bowie hizo una canción con Queen y desde entonces nada puede ser superado. A algunas personas esto les angustia. Sé que antes me angustiaba a mí. Ahora me resulta una liberación. Qué fantástico saber que no me corresponde inventar nada nuevo, que puedo contar la misma historia que se viene contando hace años y que nadie espera otra cosa de mí.
Cuando tenía 23 años, un poco más o un poco menos, soñaba con que escribir me catapultara hacia la punta de un pedestal al que se me hacía imposible subir sola. En ese pedestal estaban las personas que más admiraba, los hombres que amaba y sentía no merecer, mis padres y mis ancestros. Para llegar a la cima como artista, sabemos todos, hay que ser único. Hay que hacer lo que no se hizo antes, o hacer algo muy conocido de una forma nueva a innovadora. El pedestal es chiquito, no hay lugar para todos. No hay lugar para las novelas de romance genéricas o para las historias de vampiros porque ya se escribieron muchas.
Cuando tenía 23 años yo soñaba con llegar a ese pedestal y conseguir así el respeto de mi gente, de la gente que admiro y de los hombres que amé y sentí no merecer. Ahora tengo 30. Soy dueña de una vida que me hubiese hecho llorar de la emoción hace siete años pero en este momento me resulta normal. Es mi vida, es la vida que de a poco construí. El deseo nunca se calma, el ser humano siempre está mirando más allá. No es siempre por inconforme. Muchas veces es porque reconoce que el mundo es más grande que sí mismo, porque entiende que lo que existe adentro no alcanza, porque quiere sentir más y sabe que solo puede encontrarlo afuera.
No sé dónde leí por primera vez que la originalidad tiene más que ver con dar origen a las cosas. Seguramente fue en algunos de esos libros que me cambiaron la vida, esos que leí y releí muchas veces, a veces en conversación entre ellos, y por eso ya no me acuerdo en cuál de todos ellos encontré este concepto. No importa, lo que importa es lo que queda. Sé que los autores estarían de acuerdo. Si alguna vez algo que escribí le cambia la vida a alguien pero ese alguien no se acuerda que lo escribí yo, está todo bien. Tampoco soy yo la que escribe lo que escribo. Quien tiene una relación estable con las palabras lo entiende. A veces algunos textos son pensados, planificados, pero eso no significa que lo que termine en la hoja se pueda realmente controlar. Mis mejores frases salieron de adentro mío y no sé cómo pasó. No importa, no es el punto. O quizás sí. Quizás es justamente el punto. Si la originalidad tiene que ver con dar origen a las cosas, entonces no hay nada más importante que ser ese canal, presentarse en la hoja, abrir las puertas para que la creación suceda.
Cuando tenía 23 años y quería llegar a ese pedestal que hoy ya no existe, buscaba la manera de ser original. Intentaba imitar a los autores que admiraba cuando rompían con la forma, o cambiaban la voz, o simplemente decían lo que yo no había leído antes. Si uno busca sorprender, cae siempre en el lugar mental de pensar mucho las cosas. Analiza lo que existió, intenta predecir lo que va a venir, elucubra buscando el nicho que nadie más supo ver antes. Pero no se escribe con la cabeza. Algunas personas dirían que se escribe con el corazón pero me parece un poco romántico y creo que esquiva el tema. Yo escribo con las manos. Yo escribo rápido, para que las ideas que me están dictando lo que tengo que decir no se me escapen. Yo escribo con urgencia. Así se escribe para dar origen.
Tus palabras no son tus hijas pero el acto de sacar al mundo un texto es un parto en sí mismo. Y los partos son dolorosos y por eso se apuran. Por eso un buen parto es uno que se termina rápido. El parto de un texto debería ser igual. Cuando se está escribiendo nada más importa. Se le está dando origen a algo que antes no existía. Tu cuerpo se está expandiendo y contrayendo para darle espacio a eso que ahora tiene que imponerse frente a vos. No podés pensar en el pedestal, en los hombres que amaste y no creíste merecer. No podés pensar porque tenés que pujar. Tenés que sacar las palabras hacia afuera, como sea.
Te pregunto, entonces:
¿A qué cosas les diste origen? - ¿Dónde buscás sorprender? - ¿Qué te desconecta?
Entrevistadores anónimos
Todas las preguntas de esta sección fueron enviadas de forma anónima. El newsletter del mes que viene va a tratar sobre la paciencia. ¿Me dejás una pregunta referida al tema para que yo escriba algo al respecto? No prometo contestar todas, pero sí leerlas con atención.
E: ¿Cuánto te pesa ser original a la hora de escribir?
Si entendemos ser originales como “sorprender con algo nuevo”, entonces poco, pero definitivamente algo. Creo que es porque hacer algo nuevo nos garantiza que del otro lado va a haber una reacción, positiva o negativa pero reacción al fin. El mayor miedo que tengo con respecto a mi escritura, que tampoco es un miedo pero se entiende, es que no me lean. Creo que por eso caigo a veces en el lugar de querer hacer algo nuevo y fresco, porque pienso que quizás así me vuelvo necesaria, o al menos se vuelven necesarias mis palabras.
Trato de que no me pese esta necesidad de romper un molde. No creo que sea una motivación necesariamente positiva pero sí me parece muy humana. Sería mejor no sentirla o no cargar con ella pero qué se yo, es difícil dejar atrás todos los vicios.
Últimamente me siento más cómoda habitando esta necesidad de originalidad porque entiendo que en realidad todo lo que yo haga es nuevo porque no lo hice antes. Me mido, entonces, contra mí misma. Quizás a veces recurro a imitar o inspirarme de personas que ya hicieron lo que yo busco hacer, y eso me impide sentirme original en el esquema enorme del mundo literario, pero sé que estoy aportándole a esa herramienta compartida mi visión, y sobre todo sé que estoy probando algo nuevo.
E: ¿Qué hace que un texto o arte sea original?
De vuelta, si nos atenemos a entender a la originalidad de una expresión artística como la innovación, lo nunca-antes-visto, creo que tiene mucho que ver con quien consume. El que decide qué es original es el que lee, el que estudia, el que escucha. Un artista nunca se definiría como original, de la misma manera en la que una persona no se definiría buena gente. Corresponde que la persona que recibe lo que crea ese artista decida que su obra es original, así como nosotros le otorgamos el título de buena gente a otros. Justamente por esto, lo que es original es muy relativo. A veces yo leo cosas que me parecen súper innovadoras, pero descubro después que en realidad están obviamente inspiradas en artistas que yo no conozco. Cuando salió Euphoria, por ejemplo, sorprendió por su tratamiento original de la fotografía, pero hace poco se descubrió que en realidad Sam Levinson le había robado ideas a Petra Collins. So what’s the truth, diría Oprah.
¿Qué define a algo como original? Supongo que la experiencia propia de quien lo recibe, o la experiencia colectiva que se dedica a reaccionar a esa expresión artística. El tema es que también hay que considerar que leer, mirar un cuadro o escuchar música son actividades activas. Las swifties nos caracterizamos por decir que Taylor relata nuestra vida pero es mentira. Taylor relata su vida y nosotras nos dedicamos a hacer asociaciones que nos unen a esa experiencia particular, haciéndola universal. Por eso, incluso si descubriéramos una forma de hacer arte que no se ha visto antes, seguro alguna de las personas que nos recibe siente en algún momento que lo que estamos haciendo le recuerda a algo. Esto se debe, para mí, porque el arte, cuando realmente responde a un impulso genuino (y se hace arte, porque sino es estrategia de marketing o una mera forma de llamar la atención) da origen a algo que habita adentro de uno, algo íntimo y primario, algo que muchas veces no tiene lenguaje. Ese algo es compartido por todos los seres humanos. Por eso uno puede ver una obra de teatro y sentir que le recuerda a un cuadro, o escuchar una canción y reconocer que la historia que cuenta hace eco de una novela que uno leyó hace unos años.
A lo que voy con todo esto es que creo que todo puede ser original porque al ser humano como individuo y a la sociedad como colectivo todavía le quedan muchas cosas por descubrir, pero todo puede también no serlo si justo es recibido por alguien que logra asociar lo que tiene enfrente con algo que ya conoce.
Mi objetivo primordial, hace tres años, es el de unir escritores y darles una plataforma para que puedan expresarse. Hoy les traigo el miedo como despertador, el miedo en la comida, el miedo en el cine. Todas nuestras palabras, para ustedes.
Amelia es, ante todo, mi hermana, pero no es por esto que la invité a escribir para esta edición. Amelia hace música, canta, hizo teatro muchos años y vive el arte en su día a día de una forma que yo tardé muchos años en imitar. Nuestras conversaciones son casi siempre las mismas que todos tienen con sus hermanos, pero a veces hablamos de nuestros proyectos y el tema de la originalidad sale a la luz. Sé que su visión es refrescante e inspiradora, porque más de una vez me inspiró a mí. Leyéndola, me emociona un poco ver que coincidimos mucho y nos repetimos. Parece que a pesar de vivir lejos hace cuatro años, seguimos estando cerca. Les dejo una de sus canciones que más acompañan la temática de este newsletter, para que la escuchen mientras leen.
La originalidad está sobrevalorada, por Amelia
Ahora que tengo su atención!!!!! procederé a defender mi postura. Que acabo de tomar. Hoy. Algún día si quieren les puedo hablar sobre lo problemático que me parece que necesitemos formar una opinión sobre cualquier cosa en cuestión de segundos como si eso no pudiera fluctuar con el tiempo, pero lo dejamos para otra oportunidad. Cuando Juana me propuso hablar sobre la originalidad, automáticamente pensé en la relación que esta palabra tiene con el campo artístico. Tengo entendido que mi hermana (Juana es mi hermana) habla bastante en éste espacio (y en otros) sobre su familia, pero para los que no sepan, les cuento que soy artista. Puntualmente, hago música, pero me gusta decir que soy artista porque creo que decir que simplemente hago música queda medio vacío. O capaz me gusta hacerme la interesante, no sé. Ya sabrán que los que nos dedicamos a esto somos bastante delirantes y pesados así que, ante todo, pido disculpas.
Para llegar a la conclusión que leyeron en el título, voy hablar del arte pensándolo en relación con su historia. De todas formas, todo lo que voy a decir son cosas que aprendí recién éste año en mi primer experiencia universitaria así que puedo estar híper equivocada y vacía de conocimientos pero, en mi humilde opinión, la historia es un tanto relativa así que tomaré lo que a mí me despierte la atención para incorporarlo. Qué pesada!!!
En fin, si pensamos en la historia del arte, puntualmente del arte plástico, hasta fines del siglo XIX sólo se consideraba “arte” a lo que estaba vinculado con lo que se entendía como bello o estético, y generalmente se encontraba dentro de un ámbito aristocrático o de poder, como casas de la nobleza, iglesias y museos. En otras palabras, lo que se dice “Alta Cultura”. Horror total esa expresión!!! En fin, el mundo artístico sufre un quiebre fuertísimo cuando surgen las vanguardias, y pienso que quizás es allí donde la palabra originalidad podría empezar a tener peso. ¿Por qué? Porque toda corriente vanguardista tenía como objetivo enfrentarse al orden hegemónico o sistemático y, para eso, debían tener cierto grado de originalidad, sino terminaban reproduciendo lo que ya se venía creando.
Pero tomando esto último, pienso que esa idea de originalidad se puede haber transformado hoy en una fantasía de aquellos que busquen simplemente ser distintos. Creo que toda obra, ya sea de vanguardia o tradicional, tiene indefectiblemente incidencia en otras. El arte está entrelazado históricamente e inevitablemente, y así (creo yo) debería ser. Es imposible ser 100% originales, porque todo texto, obra, canción, película o fotografía, estará condicionada por la existencia de una previa, y por la implicancia que esta tenga con el mundo. Aplicándolo al plano que suelo habitar, que es el de la música, es realmente absurdo hacer una canción que no esté influenciada por miles y miles de otras que estén circulando por el planeta y lleguen a nuestros oídos. De hecho, creo que eso es lo fascinante del universo artístico, poder hacer uso de elementos o prácticas ya inventadas y crear algo completamente nuevo aplicando nuestros propios conocimientos y experiencias y, aunque todos tengamos la misma idea, jamás habrá una creación igual a la nuestra. Porque somos portadores de millones y millones de interpretaciones de cosas ya creadas por otros, sumados a nuestras propias vivencias y emociones y formas de entender al mundo. Igual, cortando el delirio, existe el plagio!!! Como consejo, traten de no robar o procurar hacerlo de queruza que si no les pueden hacer un juicio o, en su defecto, quedan re mal. Además, es medio aburrido tratar de reproducir algo tal cual es, no se hagan los distintos pero tampoco sean ladris (esto ya es un pedido personal).
Tomando el planteo que nos precede, abro la apuesta y digo que ser originales está sobrevalorado, pero ser auténticos debería ser una búsqueda permanente. Cuando uso la palabra autenticidad no la pienso en relación al talento, o quizás sí, pero no en el talento referido a una habilidad como, por ejemplo, saber cantar o tocar un instrumento. Creo que el talento que realmente vale la pena alimentar es el de crear algo nuevo, que logre de cualquier manera comunicarse o crear lazos con el mundo, usando tanto lo que uno tiene a su alcance, las experiencias y conocimientos que uno lleva, como lo que va encontrando en el camino, y dejándose permear de todo lo que ocurre dentro y lejos de su entorno. No creo que el talento tenga que ver con ser un “iluminado”, sino de quizás ver la luz en lo que uno puede ser capaz de hacer. Y ahí es donde entra lo auténtico, porque el arte se trata, principalmente, de la sensibilidad, y es difícil conmover si no tomamos primero algo que nos conmueva. Seguramente, si una creación es auténtica, es decir, si surge o está cargada de un sentimiento o cualquier elemento que provenga del alma, logrará conmover a alguien ya que, justamente, no somos tan distintos al resto. De todas maneras, vuelvo a repetir que todas estas palabras son mi opinión, y puede que alguien piense de otra forma porque, a la vez, no somos todos iguales (guiño, guiño).
Bueno. Como escritora no soy, desconozco la manera de conluír esta ensalada de pensamientos. Por lo tanto, los dejo pensando!!!!! Espero que les haya gustado leerme.
Recetas flexibles, originalidad asegurada
Hace tiempo que dejaron de seducirme las recetas estáticas. Me refiero a aquellas que prometen los mismos resultados una y otra vez si nos adecuamos a repetir el método que enseñan. La rigidez de ciertos procedimientos paso-a-paso puede desmoralizar hasta al amateur más envalentonade y, lo que es peor, dejarle con la sensación de que cocinar es eso: seguir reglas fijas, repetir fórmulas de otre, copiar lo que ya se ha hecho.
Una cocina adaptativa y maleable es más sostenible y auténtica, sobre todo porque se vincula con la raíz primigenia del acto de comer: un momento de creatividad y disfrute. Podemos ejecutar más o menos las mismas recetas siempre y, aun así, arribar cada vez a resultados distintos. Nuestra versión mutará según modifiquemos los ingredientes, probemos otro método de cocción, o la adaptemos a nuestro gusto personal y bolsillo.
La originalidad aparece sola cuando nos desviamos del guion prestablecido y ponemos la imaginación al servicio de las ollas. La flexibilidad es regalo divino.
Te propongo hoy un plato igual de suculento que un risotto, pero con mucha más fibra y nutrientes. En lugar de arroz lleva cebada que, además de ser muy económica, aguanta mejor la cocción sin ablandarse de más. Si no es época de zapallos donde vivís, podés usar cualquier otro vegetal en estación. ¡Esta receta es muy versátil! La idea es que la conviertas en una Creación Original Tuya, cambiando-sacando-agregando-improvisando-innovando. Recordá lo que dice Juani siempre en Terapia Creativa: “No se puede hacer mal la tarea”.
Por último, si lo que buscás es una ovación de parte de tus comensales, sugiero sumarle al plato alguna proteína animal: huevo poché, pechuguita de pollo dorada, langostinos… o mi preferido, mollejas crocantes. Sorry not sorry.
FALSO RISOTTO DE CEBADA Y CALABAZA ESPECIADA
Ingredientes
· Aceite de oliva 2 cdas
· Cebolla morada 1
· Ajo 1
· Cebada perlada 200 grs
· Vino blanco ½ copa
· Caldo de verduras 700 cc
· Calabaza 500 gr
· Queso rallado 100 grs
· Manteca 50 grs
· Pimentón 1 cdta
· Canela ¼ de cdta
· Comino ½ cdta.
Preparación
1. Calentar una sartén con 2 cdas de aceite de oliva. Dorar el ajo y luego sumar la cebolla picada, con un poco de sal. Cocinar hasta que luzca traslúcida y luego agregar la cebada. Cocinar por un par de minutos y desglasar con el vino blanco.
2. Cuando el alcohol se haya evaporado, agregar la mitad del caldo caliente y la mitad de la calabaza, en este caso rallada. Continuar incorporando caldo con un cucharón a medida que la cebada lo absorba (como el arroz). Cocer por aproximadamente 20 minutos.
3. Mientras tanto, cortar la calabaza restante en cubos de 1 x 1 cm. Llevarla a una sartén con 2 cdas de oliva y condimentar con el pimentón, la canela y el comino. Dorar bien y, recién entonces, agregar media taza de agua. Tapar inmediatamente y cocinar hasta que esté tierna y el agua se haya evaporado. Reservar.
4. Probar la cebada hasta que esté al dente. Retirarla del fuego y agregar la manteca en cubitos, 1 cda de aceite de oliva y el queso rallado. Batir enérgicamente hasta emulsionar todo.
5. Servir en un plato hondo y coronar con las calabazas especiadas.
Más extraño que la ficción (2006): crear y contar algo nuevo
Siento que estoy diciendo una obviedad y un contrasentido a la vez, pero películas originales, por más que no parezca, abundan, por lo que podría haber hablado de ¿Quieres ser John Malkovich?, Matrix, o el Proyecto de la bruja de Blair, para nombrar los primeros ejemplos que se me vinieron a la mente, pero como a quienes leemos esta columna nos convoca la posibilidad de crear a través de la escritura, para la edición de hoy me parece que tiene sentido hablar de Más extraño que la ficción, una comedia dramática estadounidense del 2006.
El personaje principal de esta historia es Harold Crick (Will Ferrell), un auditor del gobierno de los Estados Unidos que, así como vive de calcular números ajenos, vive calculando los propios. Harold cuenta cuántos pasos da y hasta cuántas veces se cepilla los dientes, y las veces son siempre las mismas. Es un hombre dedicado a los números, pero en una vida regida por la precisión matemática, ¿cuánto lugar puede haber para que suceda algo nuevo? Sus días son todos iguales y él los lleva así, hasta que una mañana escucha la voz de una mujer narrando su vida y contando sus pasos y cepilladas de dientes. Pero Harold no está loco. En otra parte de la ciudad, hay una reconocida escritora (Emma Thompson) intentando terminar una novela sobre un auditor del gobierno de los Estados Unidos que, la vez que el cálculo falle, va a morir.
Las películas con premisas originales como esta un poco corren el riesgo de ser tomadas como inverosímiles, pero solo si nos anclamos en la realidad (que qué es la realidad, ¿no?) (y si buscamos que la ficción sea 100% real, estamos depositando expectativas en cualquier lugar). No sabemos cómo ni porqué sucede lo que sucede. Los personajes tampoco lo saben y en ningún momento lo ponen en duda y es que, en Más extraño que la ficción, no existe la posibilidad de no creer. Eso les permite dejarse llevar y nosotros les seguimos el rastro. Es un principio de la improvisación al servicio de la narración.
Por otro lado, la originalidad de Más extraño que la ficción, además de las tomas y el guion, también está en el elenco. Es notable que esta película es algo nuevo y distinto para los actores y, aunque los principales involucrados en la historia de Harold son habitués de la comedia, todos son referentes de distintos nichos del ámbito. Emparejar a Dustin Hoffman con un icono de la comedia excéntrica podría haber fallado, pero es una dupla que funciona (y en la que subyace, me gusta pensar, un guiño cómico old school en su diferencia de altura). Emma Thompson y Queen Latifah quizá nunca hubieran cruzado camino, pero juntas en pantalla convencen, y para mí esto pasa porque se percibe en pantalla un deseo auténtico de contar una historia que se sabe extraña, pero que tiene la capacidad de conmover.
Para cerrar (aunque podría explayarme más porque es una película que me encanta y da para hacer una análisis de muchas otras cosas), además del aspecto original de la película, Más extraño que la ficción me parece una película ideal para escritores o personas a las que les gusta escribir, no solo por el proceso y los tiempos de escritura que muestra, sino porque también puede servirnos como inspiración. No creo errar en suponer que los que estamos acá a veces desistimos de escribir porque creemos que ya está todo dicho, que lo original no existe o que lo que tenemos para decir puede ser visto como raro. Se me ocurre entonces que quizá podamos hacer como Harold y recurrir a la literatura (o, en este caso, al cine) para ver que es posible crear nuevas maneras de narrar y así animarnos a contar una historia que sea propia y novedosa.
Para que consideren su forma de ver la originalidad:
Algo para leer: el último newsletter de Lorde, que justo llegó esta semana al inbox de los que elegimos leerla. Siento que su forma de escribir es siempre muy sincera y sus palabras nacen de un lugar muy personal que también se hace universal. No conozco a otra artista que conecte de esta manera con su gente así que supongo que también es “original” en ese sentido.
Algo para ver: yo tengo muchas ganas de volver a ver Girls así que aprovecho para sugerirla en este espacio. Creo que lo que logra Lena Dunham es algo muy especial. No deja de ser una serie más sobre mujeres en Nueva York, y uno pensaría que quizás por eso es menos original, pero se nota que nade de un espacio muy sincero y propio y por eso logra imponerse como algo nuevo.
Algo para escuchar: Caroline Calloway me parece un personaje fascinante que logró inventarse y reinventarse y no puedo creer que existan personas que no la conocen así que acá va:
Algo para que nosotros leamos tus palabras: te invitamos a participar de la convocatoria abierta escribiendo algo referido a la temática de este mes. Consultá las bases y condiciones y envianos tu texto antes del 20/10.
Algo para que sean parte de nuestra comunidad: en octubre vamos a explorar la originalidad a través de la escritura. Vamos a darle valor a nuestra propia voz, repensar los clichés y trabajar en la escritura para conectar. Todo esto a través de un club de lectura, un club de cine, una actividad especial y consignas para explorar este tema. En Patreon vamos a leer Las chicas, de Emma Cline, una novela basada en una historia real que promete devolverte la pasión por la lectura, si es que la perdiste. Además, vamos a tener consignas semanales inspiradas en la temática de este newsletter y voy a darte una tarea personal para que incorpores una herramienta ajena a tu trabajo original. Si quieren sumarse, pueden investigar cómo funciona Patreon y encontrar las propuestas del mes en este link.
Algo para que lleven la escritura al próximo nivel: la temática de este newsletter también se tocará en nuestros talleres de Terapia Creativa para Escritores. Cuatro clases de una hora (a veces más, a veces menos), la oportunidad de trabajar de forma individual y en parejas y debates abiertos sobre la temática mensual. Si es tu primera vez participando del taller, tenés un 30% de descuento y si venís con un amigo tenés un 2x1. Encontrás más info en nuestra página y te sumás al espacio contestando este mail.
Este newsletter existe hace ya demasiado tiempo. Tanto, pienso a veces, que quizás ya dije todo lo que tenía para decir. Cuando llega el momento de cerrar la edición pienso en la temática que sigue y siempre caigo en una sensación de incomodidad. Ya hablé de esto, pienso. Es verdad que el público se renueva pero, ¿de qué sirve que repita una y otra y otra vez lo mismo? Pero después me recuerdo a mí misma algo que intento ignorar siempre que puedo: no se puede retener el presente, el tiempo pasa aunque no tengamos ganas, aunque no nos demos cuenta. Y cuando el tiempo pasa nos cambia, cambia nuestro entorno, nuestra gente, nuestras circunstancias. Quizás yo repita los temas de estos newsletters y quizás a veces me vuelva repetitiva, pero me gusta pensar que es porque a través de los meses y los años yo sigo aprendiendo, y las situaciones nunca se resuelven del todo, pero sí pueden encontrar pequeñas resoluciones.
¿Buscás sorprender o buscás conectar? te vuelvo a preguntar y me lo pregunto yo. No sé por qué sigo escribiendo acá, mes tras mes, año tras año. No resolví nada y me generé algunos problemas y no cambié paradigmas y tampoco cambié tanto mi vida. Solo cambié la forma que tiene mi cerebro, que ahora piensa en todo de una forma más analítica. A veces me gustaría que no fuese así. Siento que me desconecto de muchas conversaciones. Mis amigas me cuentan un drama y yo les respondo como si fueran una hoja en blanco que tengo que llenar. Y lo que ellas quieren que yo diga es tal cual, ni hablar, no puede ser amiga, es un hijo de puta, me muero, qué increíble, qué bajón. Pero hace años que escribo y para escribir un newsletter temático al mes hay que vivir un mes de forma casi temática y en el camino algunas cosas cambian, como tus conversaciones, o tu forma de pensar, o tus asociaciones. Pero al menos sé que no busco, siempre, sorprender. Ya no tengo 23 y no me interesa generar un cambio en ninguna mátrix porque para qué, porque de qué sirve, porque ni siquiera sé si se puede.
Quizás todos los newsletters de todos los meses terminen siendo iguales y distintos y quizás ya no les sorprenda lo que yo digo, quizás todo lo que aparece acá es predecible. Pero sé que algunos de ustedes pueden verme. Y saben quién soy. Me conocen tanto que ya nada es raro, ya nada es nuevo. Y me gusta. Me mantiene en línea. El día que los sorprenda mucho, el día en que no puedan reconocerme, ese día sabré que me estoy desconectando de mis palabras.
Si tenés algo que decirme, ¿me escribís a txt.juana@gmail.com? Sería un honor leerte.
Si querés sumarte a la comunidad que tenemos en Substack y hacerte parte del equipo newsletter, sos bienvenido. Si no, nos veremos de vuelta en tan solo un mes.
Gracias por llegar hasta acá,
Juani
A continuación, te dejo algunos links útiles, que antes solías encontrar a lo largo del newsletter.
No es necesario tener mucho tiempo o energía para cultivar tu amor por la escritura. Si te acercás a nuestro Patreon vas a encontrar diferentes opciones para seguir creciendo en este campo. Este mes, vamos a seguir explorando la temática del newsletter. Si te interesó leerme hablando sobre el tema, imaginate qué interesante va a ser escribir.
Todas Nuestras Palabras tiene varias secciones que llegan a vos con diferente frecuencia. Para entender un poco más, pasá por nuestra página de presentación.
Si querés convertirte en parte de esta familia de desconocidos que ahora comparten una vida, sumate a nuestros talleres. Tenemos clases grupales, individuales y talleres asincrónicos. Conocé las distintas opciones.
Conocé nuestra casa vieja y leé los newsletters del 2020.
Este espacio funciona a base de amor por la propuesta, libros que leo para crecer todos los días un poco más y Coca Cola que me acompaña cuando tengo sueño. Si quieren ayudarme a solventar esos libritos y coquitas, pueden hacerlo desde cualquier parte del mundo o desde Argentina.
Tejer y destejer conversaciones en lugares que ni sabías que existían. Lo que decía tu hermana con lo de la originalidad no existe, pero si la autenticidad. Si es nuestra historia lo que nos hace únicas, entonces tus ideas expresadas en palabras, atravesadas por lo que sólo a vos te pasa, es lo que nos sigue convocando a leer con atención y tranquilidad, aunque las temáticas se repitan. ¿No es un poco lo que sucede en nuestras vidas? Una amiga separandose, una persona perdiendo su materialidad en la tierra, una persona naciendo, otra mudándose y así. Personas viviendo vidas que no saben bien a dónde van, pero van viendo que onda.
Aquí también, gracias por compartir tus ideas y traernos nuevas voces para seguir reflexionando un rato, siempre tener preguntas e intentar crear sentido in this little thing called life.
Beso.
Siempre manijeo de leer cómo introducis mis textos. :) Creo que nunca me va a dejar de pasar.
Otra newsletter antológica, para no variar. Te quiero y te admiro.
Feliz de ser parte.